Sabiduría Espiritual

Adoración Como Fuente De Agua Viva

El Espíritu Santo en 1 y 2 de Reyes

Cuando los amigos engañan

Apocalipsis Explicado Parte 2

Desarrollando Conocimiento Pleno De La Voluntad De Dios

Leer La Biblia De Manera Efectiva

Ora por los musulmanes durante el Ramadán

Estudio Bíblico 3: Felipe: Aprovechar Los Momentos De Mentoría

Amor Verdadero: El Amor De Dios Y El Amor en El Matrimonio

Biblia Reina Valera 1960

<div class="version vid149 iso6393spa" data-vid="149" data-iso6393="spa">
 <div class="book bkGEN">
 <div class="chapter ch28" data-usfm="GEN.28">
 <div class="label">28</div><div class="p"> 1Entonces Isaac llam&#243; a Jacob, y lo bendijo, y le mand&#243; diciendo: No tomes mujer de las hijas de Cana&#225;n. 2Lev&#225;ntate, ve a Padan-aram, a casa de Betuel, padre de tu madre, y toma all&#237; mujer de las hijas de Lab&#225;n, hermano de tu madre. 3Y el Dios omnipotente te bendiga, y te haga fructificar y te multiplique, hasta llegar a ser multitud de pueblos; 4y te d&#233; la bendici&#243;n de Abraham,#Gn. 17.4-8. y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham. 5As&#237; envi&#243; Isaac a Jacob, el cual fue a Padan-aram, a Lab&#225;n hijo de Betuel arameo, hermano de Rebeca madre de Jacob y de Esa&#250;.</div><div class="p"> 6Y vio Esa&#250; c&#243;mo Isaac hab&#237;a bendecido a Jacob, y le hab&#237;a enviado a Padan-aram, para tomar para s&#237; mujer de all&#237;; y que cuando le bendijo, le hab&#237;a mandado diciendo: No tomar&#225;s mujer de las hijas de Cana&#225;n; 7y que Jacob hab&#237;a obedecido a su padre y a su madre, y se hab&#237;a ido a Padan-aram. 8Vio asimismo Esa&#250; que las hijas de Cana&#225;n parec&#237;an mal a Isaac su padre; 9y se fue Esa&#250; a Ismael, y tom&#243; para s&#237; por mujer a Mahalat, hija de Ismael hijo de Abraham, hermana de Nebaiot, adem&#225;s de sus otras mujeres.</div><div class="s">Dios se aparece a Jacob en Bet-el</div><div class="p"> 10Sali&#243;, pues, Jacob de Beerseba, y fue a Har&#225;n. 11Y lleg&#243; a un cierto lugar, y durmi&#243; all&#237;, porque ya el sol se hab&#237;a puesto; y tom&#243; de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acost&#243; en aquel lugar. 12Y so&#241;&#243;: y he aqu&#237; una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aqu&#237; &#225;ngeles de Dios que sub&#237;an y descend&#237;an por ella.#Jn. 1.51. 13Y he aqu&#237;, Jehov&#225; estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehov&#225;, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que est&#225;s acostado te la dar&#233; a ti y a tu descendencia.#Gn. 13.14-15. 14Ser&#225; tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extender&#225;s al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra ser&#225;n benditas en ti y en tu simiente.#Gn. 12.3; 22.18. 15He aqu&#237;, yo estoy contigo, y te guardar&#233; por dondequiera que fueres, y volver&#233; a traerte a esta tierra; porque no te dejar&#233; hasta que haya hecho lo que te he dicho. 16Y despert&#243; Jacob de su sue&#241;o, y dijo: Ciertamente Jehov&#225; est&#225; en este lugar, y yo no lo sab&#237;a. 17Y tuvo miedo, y dijo: &#161;Cu&#225;n terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.</div><div class="p"> 18Y se levant&#243; Jacob de ma&#241;ana, y tom&#243; la piedra que hab&#237;a puesto de cabecera, y la alz&#243; por se&#241;al, y derram&#243; aceite encima de ella. 19Y llam&#243; el nombre de aquel lugar Bet-el,#28.19 Esto es, Casa de Dios. aunque Luz#28.19 Esto es, Almendro. era el nombre de la ciudad primero. 20E hizo Jacob voto, diciendo: Si fuere Dios conmigo, y me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir, 21y si volviere en paz a casa de mi padre, Jehov&#225; ser&#225; mi Dios. 22Y esta piedra que he puesto por se&#241;al, ser&#225; casa de Dios; y de todo lo que me dieres, el diezmo apartar&#233; para ti.</div>
 </div>
 </div>
</div>

Texto bíblico Reina-Valera 1960® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Derechos renovados 1988, Sociedades Bíblicas Unidas.

<div class="version vid149 iso6393spa" data-vid="149" data-iso6393="spa">
 <div class="book bkMAT">
 <div class="chapter ch27" data-usfm="MAT.27">
 <div class="label">27</div><div class="s">Jes&#250;s ante Pilato</div><div class="r">(Mr. 15.1; Lc. 23.1-2; Jn. 18.28-32)</div><div class="p"> 1Venida la ma&#241;ana, todos los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo entraron en consejo contra Jes&#250;s, para entregarle a muerte. 2Y le llevaron atado, y le entregaron a Poncio Pilato, el gobernador.</div><div class="s">Muerte de Judas</div><div class="p"> 3Entonces Judas, el que le hab&#237;a entregado, viendo que era condenado, devolvi&#243; arrepentido las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, 4diciendo: Yo he pecado entregando sangre inocente. Mas ellos dijeron: &#191;Qu&#233; nos importa a nosotros? &#161;All&#225; t&#250;! 5Y arrojando las piezas de plata en el templo, sali&#243;, y fue y se ahorc&#243;. 6Los principales sacerdotes, tomando las piezas de plata, dijeron: No es l&#237;cito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. 7Y despu&#233;s de consultar, compraron con ellas el campo del alfarero, para sepultura de los extranjeros. 8Por lo cual aquel campo se llama hasta el d&#237;a de hoy: Campo de sangre.#Hch. 1.18-19. 9As&#237; se cumpli&#243; lo dicho por el profeta Jerem&#237;as, cuando dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata, precio del apreciado, seg&#250;n precio puesto por los hijos de Israel; 10y las dieron para el campo del alfarero, como me orden&#243; el Se&#241;or.#Zac. 11.12-13.</div><div class="s">Pilato interroga a Jes&#250;s</div><div class="r">(Mr. 15.2-5; Lc. 23.3-5; Jn. 18.33-38)</div><div class="p"> 11Jes&#250;s, pues, estaba en pie delante del gobernador; y este le pregunt&#243;, diciendo: &#191;Eres t&#250; el Rey de los jud&#237;os? Y Jes&#250;s le dijo: T&#250; lo dices. 12Y siendo acusado por los principales sacerdotes y por los ancianos, nada respondi&#243;. 13Pilato entonces le dijo: &#191;No oyes cu&#225;ntas cosas testifican contra ti? 14Pero Jes&#250;s no le respondi&#243; ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.</div><div class="s">Jes&#250;s sentenciado a muerte</div><div class="r">(Mr. 15.6-20; Lc. 23.13-25; Jn. 18.38&#8212;19.16)</div><div class="p"> 15Ahora bien, en el d&#237;a de la fiesta acostumbraba el gobernador soltar al pueblo un preso, el que quisiesen. 16Y ten&#237;an entonces un preso famoso llamado Barrab&#225;s. 17Reunidos, pues, ellos, les dijo Pilato: &#191;A qui&#233;n quer&#233;is que os suelte: a Barrab&#225;s, o a Jes&#250;s, llamado el Cristo? 18Porque sab&#237;a que por envidia le hab&#237;an entregado. 19Y estando &#233;l sentado en el tribunal, su mujer le mand&#243; decir: No tengas nada que ver con ese justo; porque hoy he padecido mucho en sue&#241;os por causa de &#233;l. 20Pero los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron a la multitud que pidiese a Barrab&#225;s, y que Jes&#250;s fuese muerto. 21Y respondiendo el gobernador, les dijo: &#191;A cu&#225;l de los dos quer&#233;is que os suelte? Y ellos dijeron: A Barrab&#225;s. 22Pilato les dijo: &#191;Qu&#233;, pues, har&#233; de Jes&#250;s, llamado el Cristo? Todos le dijeron: &#161;Sea crucificado! 23Y el gobernador les dijo: Pues &#191;qu&#233; mal ha hecho? Pero ellos gritaban a&#250;n m&#225;s, diciendo: &#161;Sea crucificado!</div><div class="p"> 24Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hac&#237;a m&#225;s alboroto, tom&#243; agua y se lav&#243; las manos#Dt. 21.6-9. delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; all&#225; vosotros. 25Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. 26Entonces les solt&#243; a Barrab&#225;s; y habiendo azotado a Jes&#250;s, le entreg&#243; para ser crucificado.</div><div class="p"> 27Entonces los soldados del gobernador llevaron a Jes&#250;s al pretorio, y reunieron alrededor de &#233;l a toda la compa&#241;&#237;a; 28y desnud&#225;ndole, le echaron encima un manto de escarlata, 29y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una ca&#241;a en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de &#233;l, le escarnec&#237;an, diciendo: &#161;Salve, Rey de los jud&#237;os! 30Y escupi&#233;ndole, tomaban la ca&#241;a y le golpeaban en la cabeza. 31Despu&#233;s de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.</div><div class="s">Crucifixi&#243;n y muerte de Jes&#250;s</div><div class="r">(Mr. 15.21-41; Lc. 23.26-49; Jn. 19.17-30)</div><div class="p"> 32Cuando sal&#237;an, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Sim&#243;n; a este obligaron a que llevase la cruz. 33Y cuando llegaron a un lugar llamado G&#243;lgota, que significa: Lugar de la Calavera, 34le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero despu&#233;s de haberlo probado, no quiso beberlo. 35Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre s&#237; sus vestidos, echando suertes,#Sal. 22.18. para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre s&#237; mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes. 36Y sentados le guardaban all&#237;. 37Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ESTE ES JES&#218;S, EL REY DE LOS JUD&#205;OS. 38Entonces crucificaron con &#233;l a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda. 39Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza,#Sal. 22.7; 109.25. 40y diciendo: T&#250; que derribas el templo, y en tres d&#237;as lo reedificas,#Mt. 26.61; Jn. 2.19. s&#225;lvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 41De esta manera tambi&#233;n los principales sacerdotes, escarneci&#233;ndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, dec&#237;an: 42A otros salv&#243;, a s&#237; mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en &#233;l. 43Confi&#243; en Dios; l&#237;brele ahora si le quiere;#Sal. 22.8. porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. 44Lo mismo le injuriaban tambi&#233;n los ladrones que estaban crucificados con &#233;l.</div><div class="p"> 45Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. 46Cerca de la hora novena, Jes&#250;s clam&#243; a gran voz, diciendo: El&#237;, El&#237;, &#191;lama sabactani? Esto es: Dios m&#237;o, Dios m&#237;o, &#191;por qu&#233; me has desamparado?#Sal. 22.1. 47Algunos de los que estaban all&#237; dec&#237;an, al o&#237;rlo: A El&#237;as llama este. 48Y al instante, corriendo uno de ellos, tom&#243; una esponja, y la empap&#243; de vinagre, y poni&#233;ndola en una ca&#241;a, le dio a beber.#Sal. 69.21. 49Pero los otros dec&#237;an: Deja, veamos si viene El&#237;as a librarle. 50Mas Jes&#250;s, habiendo otra vez clamado a gran voz, entreg&#243; el esp&#237;ritu.</div><div class="p"> 51Y he aqu&#237;, el velo#Ex. 26.31-33. del templo se rasg&#243; en dos, de arriba abajo; y la tierra tembl&#243;, y las rocas se partieron; 52y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que hab&#237;an dormido, se levantaron; 53y saliendo de los sepulcros, despu&#233;s de la resurrecci&#243;n de &#233;l, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. 54El centuri&#243;n, y los que estaban con &#233;l guardando a Jes&#250;s, visto el terremoto, y las cosas que hab&#237;an sido hechas, temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente este era Hijo de Dios.</div><div class="p"> 55Estaban all&#237; muchas mujeres mirando de lejos, las cuales hab&#237;an seguido a Jes&#250;s desde Galilea, sirvi&#233;ndole, 56entre las cuales estaban Mar&#237;a Magdalena, Mar&#237;a la madre de Jacobo y de Jos&#233;, y la madre de los hijos de Zebedeo.#Lc. 8.2-3.</div><div class="s">Jes&#250;s es sepultado</div><div class="r">(Mr. 15.42-47; Lc. 23.50-56; Jn. 19.38-42)</div><div class="p"> 57Cuando lleg&#243; la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado Jos&#233;, que tambi&#233;n hab&#237;a sido disc&#237;pulo de Jes&#250;s. 58Este fue a Pilato y pidi&#243; el cuerpo de Jes&#250;s. Entonces Pilato mand&#243; que se le diese el cuerpo. 59Y tomando Jos&#233; el cuerpo, lo envolvi&#243; en una s&#225;bana limpia, 60y lo puso en su sepulcro nuevo, que hab&#237;a labrado en la pe&#241;a; y despu&#233;s de hacer rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, se fue. 61Y estaban all&#237; Mar&#237;a Magdalena, y la otra Mar&#237;a, sentadas delante del sepulcro.</div><div class="s">La guardia ante la tumba</div><div class="p"> 62Al d&#237;a siguiente, que es despu&#233;s de la preparaci&#243;n, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, 63diciendo: Se&#241;or, nos acordamos que aquel enga&#241;ador dijo, viviendo a&#250;n: Despu&#233;s de tres d&#237;as resucitar&#233;.#Mt. 16.21; 17.23; 20.19; Mr. 8.31; 9.31; 10.33-34; Lc. 9.22; 18.31-33. 64Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer d&#237;a, no sea que vengan sus disc&#237;pulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucit&#243; de entre los muertos. Y ser&#225; el postrer error peor que el primero. 65Y Pilato les dijo: Ah&#237; ten&#233;is una guardia; id, aseguradlo como sab&#233;is. 66Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.</div>
 </div>
 </div>
</div>

<div class="version vid149 iso6393spa" data-vid="149" data-iso6393="spa">
 <div class="book bkEST">
 <div class="chapter ch4" data-usfm="EST.4">
 <div class="label">4</div><div class="s">Ester promete interceder por su pueblo</div><div class="p"> 1Luego que supo Mardoqueo todo lo que se hab&#237;a hecho, rasg&#243; sus vestidos, se visti&#243; de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor. 2Y vino hasta delante de la puerta del rey; pues no era l&#237;cito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio. 3Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, ten&#237;an los jud&#237;os gran luto, ayuno, lloro y lamentaci&#243;n; cilicio y ceniza era la cama de muchos.</div><div class="p"> 4Y vinieron las doncellas de Ester, y sus eunucos, y se lo dijeron. Entonces la reina tuvo gran dolor, y envi&#243; vestidos para hacer vestir a Mardoqueo, y hacerle quitar el cilicio; mas &#233;l no los acept&#243;. 5Entonces Ester llam&#243; a Hatac, uno de los eunucos del rey, que &#233;l hab&#237;a puesto al servicio de ella, y lo mand&#243; a Mardoqueo, con orden de saber qu&#233; suced&#237;a, y por qu&#233; estaba as&#237;. 6Sali&#243;, pues, Hatac a ver a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, que estaba delante de la puerta del rey. 7Y Mardoqueo le declar&#243; todo lo que le hab&#237;a acontecido, y le dio noticia de la plata que Am&#225;n hab&#237;a dicho que pesar&#237;a para los tesoros del rey a cambio de la destrucci&#243;n de los jud&#237;os. 8Le dio tambi&#233;n la copia del decreto que hab&#237;a sido dado en Susa para que fuesen destruidos, a fin de que la mostrase a Ester y se lo declarase, y le encargara que fuese ante el rey a suplicarle y a interceder delante de &#233;l por su pueblo. 9Vino Hatac y cont&#243; a Ester las palabras de Mardoqueo.</div><div class="p"> 10Entonces Ester dijo a Hatac que le dijese a Mardoqueo: 11Todos los siervos del rey, y el pueblo de las provincias del rey, saben que cualquier hombre o mujer que entra en el patio interior para ver al rey, sin ser llamado, una sola ley hay respecto a &#233;l: ha de morir; salvo aquel a quien el rey extendiere el cetro de oro, el cual vivir&#225;; y yo no he sido llamada para ver al rey estos treinta d&#237;as. 12Y dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester. 13Entonces dijo Mardoqueo que respondiesen a Ester: No pienses que escapar&#225;s en la casa del rey m&#225;s que cualquier otro jud&#237;o. 14Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberaci&#243;n vendr&#225; de alguna otra parte para los jud&#237;os; mas t&#250; y la casa de tu padre perecer&#233;is. &#191;Y qui&#233;n sabe si para esta hora has llegado al reino?</div><div class="p"> 15Y Ester dijo que respondiesen a Mardoqueo: 16Ve y re&#250;ne a todos los jud&#237;os que se hallan en Susa, y ayunad por m&#237;, y no com&#225;is ni beb&#225;is en tres d&#237;as, noche y d&#237;a; yo tambi&#233;n con mis doncellas ayunar&#233; igualmente, y entonces entrar&#233; a ver al rey, aunque no sea conforme a la ley; y si perezco, que perezca. 17Entonces Mardoqueo fue, e hizo conforme a todo lo que le mand&#243; Ester.</div>
 </div>
 </div>
</div>

<div class="version vid149 iso6393spa" data-vid="149" data-iso6393="spa">
 <div class="book bkACT">
 <div class="chapter ch27" data-usfm="ACT.27">
 <div class="label">27</div><div class="s">Pablo es enviado a Roma</div><div class="p"> 1Cuando se decidi&#243; que hab&#237;amos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centuri&#243;n llamado Julio, de la compa&#241;&#237;a Augusta. 2Y embarc&#225;ndonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesal&#243;nica. 3Al otro d&#237;a llegamos a Sid&#243;n; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permiti&#243; que fuese a los amigos, para ser atendido por ellos. 4Y haci&#233;ndonos a la vela desde all&#237;, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran contrarios. 5Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia. 6Y hallando all&#237; el centuri&#243;n una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarc&#243; en ella. 7Navegando muchos d&#237;as despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, porque nos imped&#237;a el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salm&#243;n. 8Y coste&#225;ndola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea.</div><div class="p"> 9Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegaci&#243;n, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba, 10dici&#233;ndoles: Varones, veo que la navegaci&#243;n va a ser con perjuicio y mucha p&#233;rdida, no solo del cargamento y de la nave, sino tambi&#233;n de nuestras personas. 11Pero el centuri&#243;n daba m&#225;s cr&#233;dito al piloto y al patr&#243;n de la nave, que a lo que Pablo dec&#237;a. 12Y siendo inc&#243;modo el puerto para invernar, la mayor&#237;a acord&#243; zarpar tambi&#233;n de all&#237;, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar all&#237;.</div><div class="s">La tempestad en el mar</div><div class="p"> 13Y soplando una brisa del sur, pareci&#233;ndoles que ya ten&#237;an lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14Pero no mucho despu&#233;s dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclid&#243;n. 15Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a &#233;l y nos dejamos llevar. 16Y habiendo corrido a sotavento de una peque&#241;a isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife. 17Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ce&#241;ir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva. 18Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente d&#237;a empezaron a alijar, 19y al tercer d&#237;a con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave. 20Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos d&#237;as, y acosados por una tempestad no peque&#241;a, ya hab&#237;amos perdido toda esperanza de salvarnos.</div><div class="p"> 21Entonces Pablo, como hac&#237;a ya mucho que no com&#237;amos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habr&#237;a sido por cierto conveniente, oh varones, haberme o&#237;do, y no zarpar de Creta tan solo para recibir este perjuicio y p&#233;rdida. 22Pero ahora os exhorto a tener buen &#225;nimo, pues no habr&#225; ninguna p&#233;rdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave. 23Porque esta noche ha estado conmigo el &#225;ngel del Dios de quien soy y a quien sirvo, 24diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante C&#233;sar; y he aqu&#237;, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo. 25Por tanto, oh varones, tened buen &#225;nimo; porque yo conf&#237;o en Dios que ser&#225; as&#237; como se me ha dicho. 26Con todo, es necesario que demos en alguna isla.</div><div class="p"> 27Venida la decimacuarta noche, y siendo llevados a trav&#233;s del mar Adri&#225;tico, a la medianoche los marineros sospecharon que estaban cerca de tierra; 28y echando la sonda, hallaron veinte brazas; y pasando un poco m&#225;s adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas. 29Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa, y ansiaban que se hiciese de d&#237;a. 30Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando el esquife al mar, aparentaban como que quer&#237;an largar las anclas de proa. 31Pero Pablo dijo al centuri&#243;n y a los soldados: Si estos no permanecen en la nave, vosotros no pod&#233;is salvaros. 32Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron perderse.</div><div class="p"> 33Cuando comenz&#243; a amanecer, Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto d&#237;a que vel&#225;is y permanec&#233;is en ayunas, sin comer nada. 34Por tanto, os ruego que com&#225;is por vuestra salud; pues ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecer&#225;. 35Y habiendo dicho esto, tom&#243; el pan y dio gracias a Dios en presencia de todos, y parti&#233;ndolo, comenz&#243; a comer. 36Entonces todos, teniendo ya mejor &#225;nimo, comieron tambi&#233;n. 37Y &#233;ramos todas las personas en la nave doscientas setenta y seis. 38Y ya satisfechos, aligeraron la nave, echando el trigo al mar.</div><div class="s">El naufragio</div><div class="p"> 39Cuando se hizo de d&#237;a, no reconoc&#237;an la tierra, pero ve&#237;an una ensenada que ten&#237;a playa, en la cual acordaron varar, si pudiesen, la nave. 40Cortando, pues, las anclas, las dejaron en el mar, largando tambi&#233;n las amarras del tim&#243;n; e izada al viento la vela de proa, enfilaron hacia la playa. 41Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave; y la proa, hincada, qued&#243; inm&#243;vil, y la popa se abr&#237;a con la violencia del mar. 42Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que ninguno se fugase nadando. 43Pero el centuri&#243;n, queriendo salvar a Pablo, les impidi&#243; este intento, y mand&#243; que los que pudiesen nadar se echasen los primeros, y saliesen a tierra; 44y los dem&#225;s, parte en tablas, parte en cosas de la nave. Y as&#237; aconteci&#243; que todos se salvaron saliendo a tierra.</div>
 </div>
 </div>
</div>

Devocional Del Día | EneroEjemplo

Escrituras

Acerca de este Plan

Planes relacionados