Devocional Mayo "Lámpara a mis pies"Muestra

“Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Romanos 4:20).

Abraham es conocido por su fe y es un ejemplo para todos los creyentes de todas las épocas. En el libro de Romanos el apóstol Pablo nos muestra cuál era el secreto –o el fundamento– de su fe.

Cuando pasaban los años y tanto Abraham como Sara eran cada vez más viejos, Abraham no se desanimó ni permitió que las circunstancias determinaran su destino, sino que creyó a Dios, pero no fue una fe de palabras, él estaba completamente convencido de que sería padre de multitudes.

¿Por qué? Porque sabía quién le había hecho la promesa. Dios no miente, es moralmente perfecto, es totalmente imposible que mienta, así que podemos confiar en que no hace promesas vanas o dice cosas que no está dispuesto a cumplir. También sabía que Dios es poderoso y que tiene la capacidad de cumplir cualquier promesa que hubiera hecho. Así, aferrándose a esas dos cosas inmutables, Abraham fue capaz de tener esperanza cuando, aparentemente, no tenía ninguna razón para tenerla.

No importa qué estés viviendo o qué circunstancias estén a tu alrededor. El mismo Dios que hizo la promesa a Abraham y la cumplió es quien te rescató, te hizo parte de tu familia y se entregó a sí mismo por ti. ¡Confía en Él y Él hará!