Felices Por SiempreEjemplo

Cuando esté comprometido: Una carne Está de moda que la mujer conserve el apellido de soltera después del matrimonio; supongo que es un subproducto de la revolución feminista. La presencia de dos apellidos en un matrimonio hace pensar que esas personas no están casadas, sino en cohabitación. Al parecer, la idea es que la mujer afirme su individualidad, para dejar claro que su identidad no ha sido subsumida en la del esposo. En realidad, la pérdida de independencia y la unión con el cónyuge son parte del encanto que Dios le incluyó al matrimonio. Jesús lo dijo con una expresión notable: "y los dos serán una sola carne; (si alguien no lo entendió, lo dice de nuevo) Así que no son ya más dos, sino una sola carne" (Mateo 19:5,6). "Una sola carne" alude, desde luego, a la magia y el misterio del sexo, la manera más cercana de compartir la intimidad humana. Los cuerpos están brevemente interconectados y son físicamente una sola carne. Pero la expresión es quizás más significativa en el ámbito emocional. Después de años de matrimonio feliz, las parejas comienzan a pensar igual, a tener cada vez más dependencia mutua, y disfrutar de una sensación de plenitud que un soltero nunca llegará a conocer. Yo se convierte en nosotros. Mío en nuestro. Quizás usted conozca personas casadas por mucho tiempo que pueden terminar las frases del otro, que se complementan, bailan en completa armonía, se alegran sirviéndose una a otra. Quizás conozca viudas o viudos a quienes les hace tanta falta su cónyuge que se sienten como media persona. Esas personas conocieron la alegría de ser "una sola carne".