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El arte de la amistad

La virtualidad nos hace la vida más fácil a todos. Luego de la experiencia que vivimos con la cuarentena provocada por la pandemia del COVID-19, nos dimos cuenta de sus limitaciones. No son todo ventajas.

Hay una frase anónima que dice: se conoce a los hermanos en la herencia, a los socios en las crisis y a los amigos en las dificultades. No todo aquel que te llama amigo lo es en verdad. Los amigos verdaderos son pocos.

Las comunidades virtuales hacen sencillo algo que no lo es para nada en la vida cotidiana. En un clic podemos ser amigos de cualquier persona. En cambio, las comunidades físicas ponen filtros antes de aceptar a alguien. Se trabaja duro para lograr la inclusión, porque la amistad verdadera no se construye con clics sino con amor.

Quiero ponerte entre dos opciones: ¿Un clic o una semilla? La amistad puede darse por un clic o por una semilla. Hoy pareciera que el clic es la mejor opción. Acepto a alguien y ya se convierte en amigo. En realidad, la amistad es más parecida a una semilla. Vas sembrando amor, tiempo, aventuras, consejos. El amor es el verdadero motor de las relaciones interpersonales a largo plazo, que no miran al otro como un medio para conseguir algo, sino como un fin en sí mismo. El amor es tanto hechos como palabras. Si digo que amo a alguien tengo que demostrarlo con acciones concretas y ser capaz de expresarlo. No es una cosa sin la otra; van de la mano. El propósito de la amistad es compartir la vida, proyectos, sueños, éxitos y fracasos, verdades y dudas, buenas y malas.

La amistad genuina se construye con amor verdadero, en el cual el otro es un fin en sí mismo y no un medio para conseguir satisfacer nuestros propios deseos.

Hoy, en la era digital, es fácil descartar amigos. La pregunta es: ¿Eso es amistad verdadera?

Usa las redes sociales para vincularte con otros, pero no seas ingenuo; la amistad es una construcción diaria que requiere esfuerzo.

Reflexiona: ¿Qué decisión tienes que tomar para desenredarte de la tecnología?