Si El Mundo Te Está Observando... Dale Algo Bueno Para VerSample

“Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa” (Mt.5:14-16).

Por mucho tiempo batallé con mi propia oscuridad. De hecho, luego de recibir a Cristo como mi Señor y Salvador, me consideré incapaz de dar “luz a todos en la casa”. Verás, pensé que la luz, que se suponía que debía dar, era la luz de mi propia perfección.

Perfección que creía que lograría, sí y solo sí, leía más la Biblia, oraba más, ayunaba frecuentemente, participaba en la guerra espiritual, servía o ministraba más en los diferentes espacios de la iglesia, o por participar en cuanto seminario y taller cristiano se llevará a cabo en mi ciudad.

¿Has captado la idea? Creí que podría dar luz por mi buen desempeño como cristiano, cuando en realidad no se trataba de mí, ni de mi perfección, ni de mi luz, sino de Cristo y Su luz (Jn.8;12, 1:5).

De la luz que surgía en mi interior como un reflejo de la vida de Cristo, aflorando desde lo profundo de mi corazón, debido a mi comunión y dependencia en Dios, y no como un mero cumplimiento de las obras de la ley, y del esfuerzo humano.

En el mundo natural, hacer un mayor esfuerzo es recomendable y a menudo muy eficaz. Pero debemos considerar que los caminos del Señor no son nuestros caminos y algunas veces parecen ser opuestos a los nuestros. En el mundo espiritual hacer un mayor esfuerzo puede llegar a ser muy perjudicial en algunas oportunidades.

No me malinterpretes, por favor, la oración, el ayuno, la meditación de las Escrituras, el servir en la comunidad y ministrar a las necesidades de los más necesitados, son vitales en nuestro viaje de fe, pero no como un medio para llegar a un fin; sino como el fin en sí mismo para conocer y profundizar más en Dios.

Dependencia y no autosuficiencia, es lo que nos permitirá ser el faro de luz que Dios quiere que seamos en cada lugar donde por gracia el Señor nos permita estar, incluyendo nuestra casa.

Al final, la evidencia más poderosa de la luz de Cristo en nuestras vidas para todos aquellos que están en la oscuridad es nuestra capacidad para ser vulnerables; es decir, reflejar constantemente nuestra necesidad y dependencia del perfecto amor de Dios, debido a nuestras propias debilidades.

Querido lector, Dios no nos llama a compartir con el mundo nuestra perfección. Él nos está llamando a ser simplemente quien realmente somos en la comunión que hemos desarrollado con Él desde lo profundo de nuestro corazón. Por tanto, podemos ser la luz del mundo, como lo indica Su Palabra, iluminando el camino hacia el corazón de Dios para todos aquellos que nos rodean.

Medita en esto.

Queremos darte las gracias, por acompañarnos durante estas reflexiones. Esperamos, haya sido de bendición para tu vida, como lo fue para la nuestra. Oramos por ti y nuestro deseo es que sigas creciendo en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.

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Con amor en Cristo,

Pr, Juan Carlos Calle y Equipo Conectar Global.