El Síndrome De La DesconexiónSample
Intimidad emocional e intelectual
Debemos estar dispuestos a luchar por la intimidad en nuestros hogares, pero sobre todo en nuestros matrimonios; luchamos cuando nos rendimos a Dios y le permitimos que él obre en nuestros corazones de forma tal que nos enseñe a estar atentos al corazón y las necesidades de nuestro cónyuge.
La intimidad intelectual surge cuando compartimos tiempos agradables de conversación con nuestra pareja y nos abrimos a discutir ciertos asuntos, como la política, la economía del hogar o temas de actualidad. No importa cuántas veces una pareja haya discutido un asunto, casi siempre existe algo nuevo que se puede aprender. Lo importante es poder desarrollar la capacidad de recibir del otro.
Por otro lado, la intimidad recreacional se crea y fortalece al realizar actividades juntos, algo que genere alegría o diversión (Ec 9:9).
Por último, la intimidad emocional tiene que ver con desarrollar la capacidad de estar disponible, atento y presente para atender y discutir las experiencias emocionales de alguno de los dos cónyuges, como por ejemplo cuando alguno se deprime, entristece, angustia o simplemente están felices, sin malinterpretarnos cuando hablamos o dejamos conocer nuestras más profundas emociones. (Gn. 2:23).
Al final, en el diseño de Dios las parejas estamos llamadas a conectarnos de formas profundas en los diferentes aspectos de la intimidad. Pero de forma significativa los hombres estamos llamados a pastorear el corazón de nuestras esposas y nuestras esposas están llamadas a pastorear la sexualidad de sus esposos.
“El amor es paciente y bondadoso. El amor no es envidioso. No es presumido ni orgulloso. El amor no es descortés ni egoísta. No se enoja fácilmente. El amor no lleva cuenta de las ofensas. No se alegra de la injusticia, sino de la verdad. El amor acepta todo con paciencia. Siempre confía. Nunca pierde la esperanza. Todo lo soporta” (1 Corintios 13:4–7)
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Existen varias razones por las que la intimidad se puede fragmentar. Algunas de ellas son sutiles, pero destructivas, como el ajetreo de la vida familiar; otras, son claras e intencionales. Sea cual sea la razón, una vez que la intimidad comienza a flaquear, es una señal de alerta de que el síndrome de la desconexión ha llegado a tu hogar.
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