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Biblia en un año 2023 con comentarios de Nicky y Pippa GumbelSample

Biblia en un año 2023 con comentarios de Nicky y Pippa Gumbel

DAY 16 OF 365

La abundancia del corazón

Durante muchos años he querido conocer en persona a Billy Graham pero nunca lo he logrado. Por eso me sentí honrado al descubrir que me seguía en Twitter. Desde luego, ¡también comencé a seguirlo! Siempre ha sido uno de mis héroes de la fe. A lo largo de los años ha llegado a ser uno de los evangelistas más notorios, hablando a más gente sobre Jesús que cualquier otra persona en la historia. He oído a Billy Graham predicar en incontables ocasiones y en cada una de ellas me he sentido inspirado. Una vez comentó que antes de compartir un mensaje le gusta llenar su corazón, esto es, dedicar tiempo para preparar suficiente material como para realizar cinco charlas y así poder hablar «*desde la abundancia*». Según Jesús, el corazón realmente importa: «De la abundancia del corazón habla la boca» (Mateo 12:34). Pero ¿cómo almacenar buenas cosas en tu corazón?

Proverbios 2:1-11

Atesora la palabra de Dios en tu corazón

¿Anhelas conocer mejor a Dios? ¿Quisieras ser más sabio, más hábil, tener más conocimientos y comprensión?

Te animo a que formes el hábito cotidiano de leer la Palabra de Dios. El escritor de Proverbios nos invita así: «Si haces tuyas mis palabras y atesoras mis mandamientos; si tu oído inclinas hacia la sabiduría y de corazón te entregas a la inteligencia […] la sabiduría vendrá a tu corazón» (vv.1-2,10).

  • ¿Qué debes hacer?

«Atesorar» las palabras de Dios dentro de ti (v.1). Aceptar (v.1), escuchar y aplicar (v.2), llamar (v.3) y buscar (v.4). «Si la buscas como a la plata, como a un tesoro escondido» (v.4). Esto requiere tiempo y compromiso. Separa un tiempo habitual para leer la Biblia y agrégalo a tu calendario como una prioridad importante.

  • ¿Qué promete Dios?

«Hallarás el conocimiento de Dios» (v.5). En virtud de su carácter, Dios «da la sabiduría» y el « conocimiento» (v.6), «ayuda» (v.7), protección (v.8) y discreción (v.11). Promete «cuidar el sendero de los justos y proteger el camino de sus fieles. […] Te librará del camino de los malvados, de los que profieren palabras perversas» (vv.8,12).

Señor, ayúdame cada día a invertir tiempo contigo y aplicar las enseñanzas de la Biblia en mi vida.

Mateo 12:22-45

Sé lleno del Espíritu Santo

Las palabras que expresan tus labios realmente importan. «Cada palabra que decimos puede ser un ladrillo para edificar o una excavadora para destruir», escribe Joyce Meyer. Lo que fuera que esté atesorado en tu corazón tarde o temprano se manifestará por tus labios. Ten cuidado con lo que ves, lees y piensas. Llena tu corazón con cosas buenas y siempre tendrás buenos pensamientos, dirás buenas palabras y darás buen fruto (v.33).

Jesús dice: «De la abundancia del corazón habla la boca. El que es bueno, de la bondad que atesora en el corazón saca el bien, pero el que es malo, de su maldad saca el mal» (vv.34-35).

El contexto de la expresión de Jesús («de la abundancia del corazón habla la boca») es su enseñanza sobre el Espíritu Santo (en oposición a los espíritus malignos). No puedes cambiar tu patrón de pensamientos tú solo, por tu cuenta. Necesitas la ayuda del Espíritu Santo: llenarte de su amor y su buen fruto.

Tomo lo que Jesús dice en los versículos 30 al 32 para explicar que el único «pecado imperdonable» es resistir al Espíritu Santo a través de tu vida. A menudo la gente se preocupa pensando que ha cometido el «pecado imperdonable». No obstante, si algo así te preocupara es casi seguro que no lo hayas cometido. No hay pecado que no pueda recibir perdón si te arrepientes y pides que Dios te perdone. El único «pecado imperdonable» es rehusar arrepentirte, rechazar volver a Cristo y resistir al Espíritu a lo largo de tu vida.

Jesús describe cómo obran los espíritus malignos y en base a ello advierte del peligro de volver a nuestra antigua forma de vivir luego de haber limpiado «la casa». Jesús señala que cuando la gente vuelve a sus antiguos pecados suele hacerlo de forma más excesiva (v.43 en adelante), y entonces «el estado postrero de aquella persona resulta peor que el primero» (v.45).

Los fariseos y los maestros de la ley son un ejemplo de esto (v.38). Han visto muchas señales milagrosas de Jesús, pero rehúsan reconocer que su poder viene por obra del Espíritu Santo. Cuando le dicen: «Queremos ver alguna señal milagrosa de parte tuya» (v.38), lo hacen de forma ruda, como si él estuviera bajo indagatoria.

No obstante, la respuesta de Jesús cambia el enfoque. Comparándose con el profeta Jonás del Antiguo Testamento, Jesús se refiere a lo que ocurriría pronto: su muerte y su posterior resurrección, tres días después (vv.39-40). La resurrección de Jesús es la señal máxima de su identidad.

Jesús ofrece dos casos de estudio del Antiguo Testamento para mostrar que los fariseos ya disponen de suficientes evidencias. Primero, cuando Jonás predicó a los ninivitas, estos cambiaron su vida. Jesús es mayor que Jonás. Segundo, la reina de Sabá reconoció la sabiduría de Salomón. ¡La sabiduría de Jesús es mayor que la de Salomón! Para ellos, y nosotros, no hay necesidad de mayor evidencia.

Es el Espíritu Santo quien se deshace de los poderes demoníacos (v.28). Por tanto, debemos entablar una batalla diaria para resistir al mal y, en simultáneo, pedir que el Espíritu Santo nos llene. La prueba para saber si nuestro corazón es bueno es analizar lo que surge de nuestra boca. Porque «de la abundancia del corazón habla la boca» (v.34).

Jesús dice: «¡Raza de víboras! ¿Cómo pueden decir cosas buenas, si ustedes mismos son malos? De lo que abunda en el corazón, habla la boca» (v.34, DHH). La manera de cerciorarte de que dirás las cosas correctas es asegurarte de que tu corazón esté lleno del Espíritu Santo.

Señor, ayúdame a llenar mi corazón continuamente con buenas cosas y guardarlo del mal. Te pido en oración que me llenes nuevamente con tu Espíritu.

Génesis 32:1-33:20

Lucha con Dios en oración

¿Enfrentas miedos o preocupaciones grandes en tu vida?

Jacob enfrentó una situación muy preocupante. Había reñido con su hermano Esaú y temía que este pudiera deshacerse de él: «… sintió mucho miedo, y se puso muy angustiado» (32:7).

Jacob era un hombre de oración: pese a todo su pecado, conocía a Dios y reconocía su propia indignidad: «No soy digno de la bondad y fidelidad con que me has privilegiado» (v.10).

Oró, creyó y reclamó la promesa de Dios: «¡Líbrame del poder de mi hermano Esaú, pues tengo miedo de que venga a matarme a mí y a las madres y a los niños! Tú mismo afirmaste que me harías prosperar, y que mis descendientes serían tan numerosos como la arena del mar, que no se puede contar» (vv.11,12). Su oración fue respondida más allá de lo que pudo haber imaginado.

La oración no siempre es tan sencilla. A veces pareciera, como Jacob, que tenemos que luchar con Dios (32:22-32; Colosenses 4:12). Puede ser costosa en términos de tiempo y energía. Requiere determinación. Jacob dijo a Dios: «¡No te soltaré hasta que me bendigas!» (Génesis 32:26), pero se nos dice que a partir de entonces caminó con su cadera dislocada (v.31).

Tal vez el equivalente neotestamentario más cercano sea la «espina clavada en el cuerpo» del apóstol Pablo (2 Corintios 12:7), quien le pidió tres veces a Dios que se la quitara. Tu debilidad y tus vulnerabilidades no impiden que Dios te use. De hecho, suele utilizar nuestras debilidades más que nuestras fortalezas. Dios no quitó la espina del cuerpo de Pablo. En cambio, dijo: «Mi poder se perfecciona en la debilidad» (v.9).

Quizá sientas como si tuvieras una «espina clavada en el cuerpo» o si caminaras con la «cadera dislocada»: tienes cierta vulnerabilidad o una incapacidad aparente. La misionera Jackie Pullinger comenta que nunca confía en nadie… ¡que no camine con una «cojera»! Suele ser mediante las dificultades, las decepciones y las luchas que nuestros corazones son cambiados. Vemos una transformación en Jacob luego de haber luchado con Dios. Su actitud hacia su hermano fue totalmente transformada (Génesis 33).

Después de la victoria que había logrado en oración, todo pareció encajar. Hubo un maravilloso reencuentro y una emotiva reconciliación: «Pero Esaú corrió a su encuentro y, echándole los brazos al cuello, lo abrazó y lo besó. Entonces los dos se pusieron a llorar» (v.4).

Su actitud mutua había cambiado por completo. Esaú dice: «… ya tengo más que suficiente. Quédate con lo que te pertenece» (v.9).

Jacob responde: «No, por favor; si me he ganado tu confianza, acepta este presente que te ofrezco. Ya que me has recibido tan bien, ¡ver tu rostro es como ver a Dios mismo! Acéptame el regalo que te he traído. Dios ha sido muy bueno conmigo, y tengo más de lo que necesito» (vv.10-11).

Gracias, Señor, por ser un Dios que responde nuestras oraciones. Ayúdanos a luchar en oración como Jacob. Te pido que traigas reconciliación en todas nuestras relaciones con los hermanos y las hermanas en Cristo. Que mi boca hable de la abundancia de mi corazón.

Pippa Adds

Pippa añade:

Génesis 32:1–33:20

La relación de Jacob con sus padres, su suegro y su hermano no era nada perfecta. Pero en todo vemos el amor y la provisión de Dios para ellos. Luego de haber luchado con Dios en oración, se evidencia una nueva humildad en Jacob. Por primera vez leemos sobre él como alguien dispuesto a dar en lugar de simplemente tomar.

References

**Notas:** Joyce Meyer, *Love Out Loud* (Hodder & Stoughton, 2011
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