Día 3

Embajador/a

No importa si eres ingeniero, ama de casa, fotógrafo, deportista, influencer, padre de familia, una chica soltera, un hombre separado, un adolescente o un adulto mayor. El anhelo de Dios es que allí en tu lugar de influencia seas un embajador de Cristo y su reino.

Según la real academia de la lengua española un/a embajador/a es la persona con el mayor rango en el servicio diplomático, que representa ante otros, Estados al Estado que la nombra. Por tanto, es el propósito de Dios, que cada uno de nosotros representemos a Cristo de una manera digna, donde quiera que nos encontremos y esto amado/a hermano/a tiene que ver más con el fondo que con las formas.

Durante mucho tiempo se ha hablado de la ropa que se debería usar, por poner un ejemplo y algunas otras cosas que están más orientadas a la apariencia de la persona, que está destinada a ser el mensajero, que a las necesidades de aquellos que aún no conocen al Señor.

Pero cuando hablamos de representar a Cristo de una manera digna, hablamos de mostrar la cultura del reino de Dios allí donde quiera que sea que nos encontremos.

Cultura es el conjunto de conocimientos, tradiciones, ideas y costumbres que caracterizan a un pueblo.

Así que, un embajador del reino de Dios no debería regir su vida por la cultura de la bandera que representa su país de origen, sino más bien por las costumbres, ideas, tradiciones y conocimiento que rigen el reino de Dios.

Un embajador es alguien que tiene gracia para ofrecer y no juicio, que está lleno de misericordia y no condenación, alguien en quien la luz de Dios brilla tan fuerte que atrae personas hacia una reconciliación con Dios, que da testimonio del amor de Dios, con el amor de Cristo que ofrece a las personas que manifiesta abiertamente quién es Dios y lo que ha hecho en su vida, para traer esperanza y fe, a aquellos que la han perdido. Ya que sabe a ciencia cierta que si no lo hace, no existe otra manera que esta persona alcance salvación.

Son aquellos que tienen claro que estamos de paso solamente en esta tierra, que somos extranjeros y que mientras estemos en esta tierra, estamos lejos de nuestra patria. Aquellos que tienen su corazón guardado y enfocado en Jesús, el reino de Dios y su expansión en la tierra y no entretenidos en los asuntos efímeros de este mundo.

Son aquellos que saben que están puestos no para estar escondidos por el temor, sino como una ciudad sobre una montaña, visible a todos los que pasan para dar testimonio de Cristo. Como una luz puesta en lo alto para que alumbre donde está. Que entendieron que el sacrificio de Cristo fue suficiente para la salvación del mundo, pero que el trabajo de anunciar este poderoso mensaje recae sobre sus hombros.

Aquellos que saben que no existe un plan B para el mundo sino únicamente el evangelio de Jesucristo.