¡No Le Temas Al Desierto!Sample
Atraviesa exitosamente tu desierto: 2 consejos prácticos
1. Bloquea los pensamientos que no vienen de Dios y medita todo el tiempo en Su palabra: ¿Cómo sabemos que un pensamiento viene de Dios y que otro viene de Satanás? Es muy sencillo, todo lo que viene de Dios es bueno, como dice el siguiente versículo: “Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza” (Filipenses 4:8 NTV).
No podemos darle ventaja al enemigo meditando en un pensamiento que sabemos que no viene de Dios; así que, ¿cómo lo contrarrestamos? Recordando las verdades de la Biblia. Cada vez que venga un pensamiento malo a nuestras mentes, vamos a declarar audiblemente: “Llevo todo pensamiento cautivo a la obediencia en Cristo Jesús, derribo todo argumento falso que se levanta contra el conocimiento de Dios y decido meditar en todo lo verdadero, honorable, justo, bello, puro y admirable”, como dice 2 Corintios 10:5.
Es muy importante que memoricemos versículos bíblicos porque son nuestra arma para la batalla. Joyce Meyer, en su libro Belleza en Lugar de Cenizas, dice: “Cree lo que la Palabra dice que eres, y en eso te convertirás. Cree lo que el diablo dice que eres, y te convertirás en eso”.
Recuerda, tu mente es el campo de batalla y no puedes descuidarlo. Cuando Jesús fue llevado al desierto para ser tentado por el enemigo (Mateo 4:1-11), siempre contestó cada mentira de Satanás con una verdad bíblica. Su mayor defensa y ofensa al enemigo era la palabra de Dios. Así como Jesús, debemos responder con un: “escrito está”.
2. Expresa tus emociones primeramente a Dios y permite al Espíritu Santo calmar tu corazón: Si fallamos al bloquear el pensamiento, vendrá la emoción desagradable. En el desierto, es normal sentir rabia, frustración, tristeza, dolor, ansiedad, impotencia, y todo lo que puedas imaginar. En los Salmos, leemos cómo los autores expresaban con total transparencia sus emociones a Dios, pero al final siempre llegaban a la misma conclusión, y es que Dios ha sido fiel en el pasado y lo volverá a ser en nuestro presente y nuestro futuro.
Tus emociones no pueden dirigir tus acciones ni controlarte, debes rendirlas a Jesús y pedir al Espíritu Santo que redireccione esas emociones al lugar correcto, que nunca por causa del mal manejo que le des a tus emociones vayas a pecar contra Dios. Lee el Salmo 77. Medita en esta palabra y reflexiona en tu intimidad con el Señor, si te has sentido como el salmista. Luego, derrama todo lo que sientes ante Su presencia, Él te oirá.
Oración guía: Papá, hoy quiero pedirte perdón porque he fallado en controlar mis pensamientos y mis emociones; y por ende, he pecado contra ti. Te pido que hoy me lleves a ese lugar donde estamos solos, tú y yo. Te pido, Señor, que te lleves todos aquellos pensamientos que van en contra de tu palabra. Por favor, renueva mi mente, pon tus pensamientos santos y hermosos en ella. Derramo ante ti mis emociones. Todo lo que siento lo entrego y lo rindo únicamente a tus pies. Ayúdame, Espíritu Santo, a clamar solamente a ti. Sálvame y guíame por este desierto. En el nombre de Jesús, amén.
Canción recomendada para hoy: Hermoso Momento - Kairo Worship
Reto adicional: Selecciona una promesa bíblica por cada pensamiento o emoción que te causa tu desierto, y lo primero que harás cuando identifiques la sensación que crece dentro de ti, es leer esa promesa y recordar la fidelidad de Dios. Cuidado, este ejercicio debe ser guiado por el Espíritu Santo; no debemos seleccionar versículos al azar o a nuestra propia conveniencia.
El día de mañana veremos otros dos consejos prácticos para atravesar exitosamente el desierto.
Te bendigo en el nombre de Jesús,
Sabina Mora
Hadassah Sisterhood
About this Plan
Pasar por el desierto es algo que todos los seguidores de Cristo debemos hacer, y en ocasiones, podemos sentirnos derrotados al atravesarlos. En este Plan, te compartiremos herramientas prácticas para atravesar el desierto de forma exitosa de la mano del Señor. ¡Ánimo! Él nunca nos dejará solos.
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