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Pelea por tu campo de lentejas

“Después de éste fue Sama hijo de Age, ararita. Los filisteos se habían reunido en Lehi, donde había un pequeño terreno lleno de lentejas, y el pueblo había huido delante de los filisteos. Él entonces se paró en medio de aquel terreno y lo defendió, y mató a los filisteos; y Jehová dio una gran victoria” (2 Samuel 23:11-13)

David supo rodearse de hombres valientes. Él atraía lo que él era y buscaba asociarse con aquellos que tuviesen una visión como la suya. Entre sus principales valientes guerreros estaba Joseb-basebet, Eleazar y Sama. Joseb-basebet, según las Escrituras, liquidó a ochocientos enemigos, él solo, en una sola batalla. Era una especie de héroe de Marvell, pero real. Eleazar, por su parte, era tan persistente en pelear que, en cierta ocasión, su mano se pegó a su espada, por haberla tenido agarrada largo tiempo en la pelea. Sama, no menos audaz, defendió él solo, un campo de lentejas que los filisteos querían tomar. Me gusta imaginar al viejo Sama con sus nietos sentados a su alrededor, mientras le contaba sus experiencias de guerra y relatando con serena voz la historia de su épica batalla en el campo de lentejas de Lehi, donde hizo huir a los filisteos enemigos.

Menudo coraje, un hombre contra una multitud sanguinaria. Se puede pensar que, aquel riesgo era inútil, que no merecía la pena, pero Sama, según creo, era del pensamiento de que, si hacemos pequeñas concesiones al enemigo, más tarde haremos grandes concesiones también. Si cedemos un pequeño terreno, terminaremos perdiendo todo aquello que Dios nos dio para guardar. Por eso, cuando otros huyeron, él no lo hizo. Se puso en pie firme y luchó. Dios, viendo esto, le dio una gran victoria.

Probablemente Sama había oído antes sobre la historia relacionada con aquel lugar, donde tiempo atrás un juez de Israel llamado Sansón mató a mil filisteos usando una quijada de asno fresca (Jueces 15:17). Quizás pensó que debía ser continuador de un legado espiritual, donde el coraje es el más caro haber. No lo sabremos con certeza, en cualquier caso, no se quedó por debajo de los estándares ya alcanzados por aquel otro valiente de la fe. Su entereza estuvo a la altura de la necesidad del momento.

¿Qué áreas de tu vida están amenazadas por los enemigos de tu alma? ¿Cederás sin dar batalla? Sama nos recuerda con su impronta que, si elegimos pelear, Dios actuará a nuestro favor. Que el triunfo está del lado de los que esperan en el Señor.