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Sí y aménSample

Sí y amén

DAY 2 OF 5

Renuncia a ser el dueño

¿Alguna vez has dejado algo a la mitad? Hace unos años, rentamos una casa en la que vivimos por casi seis años. Cuando llegamos, había un hueco en el techo con unos cables expuestos para colocar una lámpara. Kelly me pidió que, por favor, le instalara una lámpara. Le dije que sí, pero casi seis años después, al estar empacando nuestras cosas, me di cuenta de que nunca instalé esa lámpara. Nos acostumbramos a ver el hueco como algo normal.

La verdad es que todos tenemos algo así en nuestra vida. Nos acostumbramos a algo sin terminar y ya ni si quiera lo notamos. Puede ser una herida que no hemos sanado, una depresión que no hemos tratado, un problema matrimonial que no hemos resuelto, una cultura de deudas que te tiene ansioso, o simplemente un proyecto que hemos dejado a la mitad.

Muchas veces es porque no tenemos la motivación suficiente para hacerlo. Nos faltan las fuerzas o hemos perdido el interés. Quizá nos faltó calcular el costo, como explica Jesús en Lucas 14. Dios quiere ayudarnos a construir una vida en abundancia y a cumplir todo nuestro propósito; no solo la mitad de nuestro propósito o la mitad de nuestro potencial. Si estás vivo el día de hoy, es porque Dios aún tiene propósito para ti; aún quiere llevarte a experimentar abundancia en alguna área de tu vida. Mi oración es que Dios te muestre en dónde te has quedado a la mitad, y que renueve tus fuerzas para terminar lo que has comenzado en Dios.

En el mismo pasaje de Lucas 14, Jesús nos da el ejemplo de un rey que va a ir a la guerra contra otro rey mucho más poderoso. Y al darse cuenta de que no puede, se rinde y hace un tratado de paz con ese rey. La conclusión que Jesús da es que, para seguirle, debemos renunciar a todo lo que tenemos. Nosotros, siendo como “reyes”, debemos rendirnos completamente a Jesús, el verdadero Rey, y seguirle. Podemos terminar todo lo que Dios tiene para nosotros cuando vivimos constantemente renunciando a todo para seguirlo a Él.

Renunciar a todo no significa deshacerte de todo, significa renunciar a ser dueño de todo lo que eres y tienes. El día que renuncias a ser dueño de tus finanzas y las entregas a Dios, vas a tener las fuerzas y sabiduría para ordenarlas y así ver abundancia en esa área. El día que renuncies a ser dueño de tu matrimonio, vas a encontrar la gracia para restaurarlo. El día que renuncies a ser dueño de tu cuerpo, tiempo, carrera profesional... vas a encontrar las fuerzas para seguir a Cristo en cada área de tu vida, y Él te llevará por el camino de propósito y abundancia.

En 2 de Timoteo 4:7, Pablo, ya un anciano, dice que ha peleado la buena batalla, ha terminado la carrera y ha mantenido la fe. Está cercano a morir y ha peleado y corrido hasta el final, y ha mantenido la fe hasta el final. La vida cristiana puede parecer una batalla constante, pero sí podemos terminar la carrera si mantenemos la fe. ¿En qué área de tu vida estás cansado? ¿Hay algo con lo que te has acostumbrado a vivir a medias o sin terminar? ¿Te falta abundancia en tus emociones, en tus relaciones, en tu fe, en tus finanzas, en tus estudios, en tu trabajo? Renuncia a ser el dueño. Dile "sí" y "amén" a Dios.

Oración:

Amado Dios, te doy gracias porque, como buen Padre, siempre buscas lo mejor para mí. Hoy renuncio a ser el dueño de mi vida. Reconozco que te necesito, que deseo que gobiernes cada área de mi vida. Sáname, ayúdame y bendíceme. Que tu presencia me acompañe siempre. En el nombre de Jesús, amén.

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