¡Cuando El Dolor No Tiene La Última Palabra!Sample

Día 2: Cuando Dios guarda silencio: Encontrando a Dios en el abandono

El sufrimiento a menudo nos lleva a sentirnos solos y abandonados, incluso por Dios. Job, en el capítulo 16 de su libro, clama sintiendo que Dios se ha vuelto su adversario. Hoy exploraremos este sentimiento de abandono y cómo podemos encontrar a Dios incluso en los momentos de mayor soledad, profundizando en el contexto de Job 16.

En Job 16, vemos a Job sintiendo que Dios lo ha "fatigado" y "asolado". Él experimenta un profundo sentimiento de abandono divino, sintiendo que Dios lo ha entregado a la maldad, que lo ha despojado de su honor y lo ha convertido en objeto de burla. Job describe su sufrimiento físico y emocional con imágenes vívidas: "Su furor me despedazó, y me ha sido contrario; Crujió sus dientes contra mí; Contra mí aguzó sus ojos mi enemigo" (Job 16:9 RVR1960). Job se siente atacado sin razón, víctima de una fuerza todopoderosa que no logra entender.

Para entender mejor por qué Job se sentía atacado por Dios, debemos recordar el contexto de su sufrimiento. Job era un hombre justo y temeroso de Dios. Sin embargo, enfrentó una serie de calamidades devastadoras: perdió sus bienes, sus hijos y su salud. Sus amigos, Elifaz, Bildad y Zofar, insistían en que su sufrimiento era un castigo por pecados ocultos. Esta interpretación errónea del sufrimiento aumentó la angustia de Job, quien se sentía incomprendido y abandonado por todos, incluyendo a Dios.

Esto nos lleva al difícil tema del sufrimiento del justo. La Biblia reconoce que, en este mundo, incluso las personas justas pueden enfrentar dolor y adversidad. Job es un ejemplo claro de ello. Su historia nos recuerda que el sufrimiento no siempre es una consecuencia directa del pecado personal, sino que a veces puede tener propósitos más allá de nuestra comprensión.

Es importante reconocer que, en medio del sufrimiento, es natural experimentar sentimientos de abandono y soledad. Así como Job se sintió incomprendido por sus amigos, a veces podemos sentir que nadie, ni siquiera Dios, entiende nuestro dolor. Podemos llegar a cuestionar la presencia de Dios cuando más lo necesitamos, sintiendo que guarda silencio ante nuestras preguntas y clamores.

Sin embargo, es en estos momentos de profunda oscuridad que debemos recordar que Dios no nos abandona. Aunque no sintamos su presencia de manera tangible, Él está ahí, acompañándonos en nuestro dolor. El silencio de Dios no siempre significa ausencia; a veces, es en el silencio donde podemos escuchar su voz más claramente, si aprendemos a aquietar nuestra alma y a esperar en Él.

Otros personajes bíblicos experimentaron sentimientos similares de abandono, pero descubrieron la fidelidad de Dios:

• Moisés: A pesar de las constantes quejas y rebeliones del pueblo de Israel, Dios nunca abandonó a Moisés en su liderazgo.
• José: Vendido por sus hermanos y encarcelado injustamente, José finalmente reconoció que Dios estaba obrando para bien en medio de su sufrimiento.
• Jesús: En la cruz, Jesús clamó: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (Mateo 27:46). Sin embargo, incluso en ese momento de extremo sufrimiento, Dios estaba presente, cumpliendo su plan de salvación.

Estos ejemplos nos muestran que, aunque a veces podamos sentirnos abandonados, Dios siempre está con nosotros, sosteniéndonos y guiándonos a través de las pruebas.

Aplicación:

Reconoce tus sentimientos de abandono y soledad: No te avergüences de sentirte así. Es una parte natural del sufrimiento.

Expresa tus sentimientos a Dios: Como Job, puedes clamar a Dios con honestidad, expresando tu dolor, tu frustración y tu sensación de abandono.

Busca a Dios en el silencio: Dedica tiempo a la oración y la meditación, buscando la presencia de Dios incluso en el silencio.

Recuerda las promesas de Dios: Aférrate a las promesas de Dios de estar siempre contigo y de no abandonarte nunca.

Busca apoyo en la comunidad de fe: Comparte tus sentimientos con hermanos en la fe que puedan ofrecerte consuelo y apoyo.