Ni siquiera me he sentido digno de ir a verte yo mismo en persona. Solamente te ruego que ordenes que mi siervo se cure; sé que quedará completamente sano. Yo también estoy acostumbrado a dar órdenes y a obedecerlas. Cuando digo a uno de mis soldados: «¡Ve!», me obedece y va. Si le digo a otro: «¡Ven!», me obedece y viene. Y si le digo a uno de mis asistentes: «¡Haz esto!», lo hace.
Al escuchar las palabras del oficial, Jesús se admiró y dijo a la gente que lo seguía:
—En todo Israel no he encontrado a nadie con una fe tan grande.