JEREMÍAS 2:1-25
JEREMÍAS 2:1-25 BLP
Me llegó la palabra del Señor en estos términos: Vete y proclama lo siguiente a oídos de Jerusalén: Esto dice el Señor: Recuerdo el cariño de tu juventud, el amor que me tenías de prometida: seguías mis pasos por el desierto, por tierra donde nadie siembra. Israel estaba consagrado al Señor, era el fruto primero de su cosecha; quienes comían de él, sufrían las consecuencias, el castigo se cernía sobre ellos —oráculo del Señor. Escuchad la palabra del Señor, casa de Jacob, familias todas de la casa de Israel. Así dice el Señor: ¿Qué culpa encontraron en mí vuestros antepasados, qué maldad para alejarse de mí? Se fueron detrás de naderías y acabaron siendo una nada. No preguntaron: «¿Dónde está el Señor, que nos hizo subir de Egipto, que nos fue guiando por la estepa, por terrenos desérticos y quebrados, por terrenos áridos y tenebrosos, por terrenos que nadie atraviesa, por terrenos donde nadie reside?». Os guié a una tierra de huertos, para comer sus frutos deliciosos, pero al entrar contaminasteis mi tierra, hicisteis mi heredad abominable. Los sacerdotes no preguntaban: «¿Dónde está el Señor?». No me conocían los expertos en la ley, los pastores se rebelaban contra mí. Los profetas profetizaban por Baal, caminaban detrás de los inútiles. Por eso vuelvo a pleitear con vosotros —oráculo del Señor—, con los hijos de vuestros hijos pleiteo. Cruzad hasta las costas de Chipre y mirad, recorred Quedar y observad con atención, y ved si sucedió algo parecido. ¿Cambia una nación de dioses? (¡Y eso que no son dioses!) Pues mi pueblo cambió su Gloria por algo totalmente inútil. ¡Espántate, cielo, de esto; pásmate y tiembla aterrado! —Oráculo del Señor—, porque un doble crimen cometió mi pueblo: abandonarme a mí, fuente de agua viva, y excavarse pozos, pozos agrietados, que no retienen agua. ¿Era acaso un siervo Israel, alguien nacido en esclavitud? Pues, ¿cómo se ha vuelto presa de leones que rugen en torno, que le lanzan gruñidos? Dejaron su tierra desolada, sus ciudades incendiadas, deshabitadas. Incluso los de Menfis y Tafne vendrán a raparte el cogote. ¿No ves que a esto te conduce el abandono del Señor, tu Dios? ¿Qué buscas ahora camino de Egipto? ¿Beber el agua del Nilo? ¿Qué buscas camino de Asiria? ¿Beber el agua del Éufrates? Tu propia maldad te castigará, tu apostasía te va a escarmentar; recuerda bien que es malo y amargo abandonar al Señor, tu Dios, y no sentir respeto por mí —oráculo de Dios, Señor del universo. Hace mucho que te has sacudido el yugo y has hecho trizas tus correas diciendo: «No volveré a ser esclavo». Y en toda colina elevada, bajo cualquier árbol frondoso te tumbas como una prostituta. ¡Y pensar que yo te planté vid selecta, de cepa noble! ¿Cómo te me has hecho extraña, degenerando en viña bastarda? Aunque te laves con sosa y uses cantidad de jabón, tu culpa sigue presente ante mí —oráculo del Señor Dios—. ¿Cómo dices: «No estoy contaminada, no he andado detrás de los baales»? ¡Mira tu conducta en el valle, reconoce todo lo que has hecho!, camella alocada, sin rumbo, asna habituada al desierto, que en pleno celo ventea. ¿Quién controlará su pasión? No se fatiga quien la ansía, siempre la encuentra dispuesta. No dejes tus pies descalzos, no permitas que se seque tu garganta. Pero dices: «Eso sí que no. Estoy enamorada de extranjeros y pienso caminar tras ellos».