JUECES 7:1-21
JUECES 7:1-21 RV2020
Jerobaal, que es otro nombre de Gedeón, y todos los que estaban con él, se levantaron de mañana y acamparon junto a la fuente de Harod. El campamento de los madianitas les quedaba entonces al norte, en el valle, más allá del collado de More. El Señor dijo a Gedeón: —Hay mucha gente contigo para que yo entregue a los madianitas en tus manos, pues Israel puede jactarse contra mí y decir: «Mi mano me ha salvado». Ahora, pues, haz pregonar esto a oídos del pueblo: «Quien sea cobarde y tiemble de miedo, que madrugue y regrese a su casa desde el monte de Galaad». Regresaron de los del pueblo veintidós mil, y quedaron diez mil. El Señor dijo de nuevo a Gedeón: —Aún son demasiados; llévalos a beber agua y allí los pondré a prueba. Del que yo te diga: «Vaya este contigo», irá contigo; pero de cualquiera que yo te diga: «Que este no vaya contigo», el tal no irá. Entonces Gedeón llevó el pueblo a las aguas, y el Señor le dijo: —A cualquiera que lama las aguas con la lengua como lo hace el perro, lo pondrás aparte; y lo mismo harás con cualquiera que doble sus rodillas para beber. El número de los que se llevaron el agua a la boca con la mano y la lamieron fue de trescientos hombres; el resto del pueblo dobló sus rodillas para beber las aguas. Entonces el Señor dijo a Gedeón: —Con estos trescientos hombres que lamieron el agua os salvaré y entregaré a los madianitas en tus manos; que todos los demás regresen cada uno a su lugar. Tras haber tomado provisiones para el pueblo, y sus trompetas, envió a todos los israelitas cada uno a su tienda, y retuvo a aquellos trescientos hombres. El campamento de Madián le quedaba abajo, en el valle. Aconteció que aquella noche el Señor le dijo: —Levántate y desciende al campamento, porque yo lo he entregado en tus manos. Si tienes miedo de descender, baja al campamento con tu criado Fura, y oirás lo que hablan. Entonces te animarás y descenderás a atacarlos. Gedeón descendió con su criado Fura hasta los puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campamento. Los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente se habían esparcido por el valle como una plaga de langostas, y sus camellos eran innumerables, como la arena que se acumula a la orilla del mar. En el momento en que llegó Gedeón, un hombre contaba un sueño a su compañero: —He tenido un sueño: Veía un pan de cebada que rodaba hasta el campamento de Madián. Llegó a la tienda y la golpeó de tal manera que cayó; la trastornó de arriba abajo y la tienda cayó. Su compañero respondió: —Esto no representa otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, el israelita. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con todo el campamento. Cuando Gedeón oyó el relato del sueño y su interpretación, adoró. Después volvió al campamento de Israel y dijo: —Levantaos, porque el Señor ha entregado el campamento de Madián en vuestras manos. Y repartió los trescientos hombres en tres escuadrones, puso trompetas en manos de todos ellos, y cántaros vacíos con antorchas que ardían dentro de los cántaros, y entonces les dijo: —Miradme a mí y haced lo mismo que yo hago; cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis vosotros tal como hago yo. Tocaré la trompeta, y también todos los que estarán conmigo; entonces vosotros tocaréis las trompetas alrededor de todo el campamento y gritaréis: «¡Por el Señor y por Gedeón!». Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que este llevaba consigo, al extremo del campamento, cuando acababan de renovar los centinelas de la guardia de la medianoche. Tocaron entonces las trompetas y quebraron los cántaros que llevaban en sus manos. Los tres escuadrones tocaron las trompetas, quebraron los cántaros, y tomaron con la mano izquierda las antorchas y con la derecha las trompetas que tocaban, y gritaron: —¡Por la espada del Señor y de Gedeón! Los israelitas se mantuvieron firmes cada uno en su puesto alrededor del campamento, y todo el ejército madianita echó a correr en desbandada y con gran griterío.