JUECES 7:1-21
JUECES 7:1-21 DHHE
Gedeón, a quien ahora llamaban Jerubaal, y todos los que estaban con él, se levantaron de madrugada y fueron a acampar junto al manantial de Harod. El campamento de los madianitas les quedaba entonces al norte, en el valle que está al pie del monte de Moré. El Señor dijo a Gedeón: “Traes tanta gente contigo que, si hago que los israelitas derroten a los madianitas, van a alardear delante de mí creyendo que se han salvado ellos mismos. Por eso, di a la gente que cualquiera que tenga miedo puede irse a su casa.” De este modo Gedeón los puso a prueba, y se fueron veintidós mil hombres, quedándose diez mil. Pero el Señor insistió: “Son muchos todavía. Llévalos a tomar agua, y allí yo los pondré a prueba y te diré quiénes irán contigo y quiénes no.” Gedeón llevó entonces a la gente a beber agua, y el Señor le dijo: “Separa a los que beban agua con las manos lamiéndola como perros, de aquellos que se arrodillen para beber.” Los que bebieron agua llevándola con las manos a la boca y lamiéndola como perros fueron trescientos. Todos los demás se arrodillaron para beber. Entonces el Señor dijo a Gedeón: “Con esos trescientos hombres voy a salvaros y a derrotar a los madianitas. Todos los demás pueden irse.” Gedeón mandó entonces que todos los demás regresaran a sus tiendas; pero antes de que se fueran les recogió los cántaros y los cuernos de carnero. Tan solo se quedó con los trescientos hombres escogidos, acampando más arriba de los madianitas, que estaban en el valle. Aquella noche el Señor ordenó a Gedeón: “Levántate y baja a atacar a los madianitas, pues los voy a entregar en tus manos. Pero si tienes miedo de atacarlos, baja antes al campamento con Purá, tu criado, y escucha lo que digan. Después te sentirás con más ánimo para atacarlos.” Entonces Gedeón bajó con Purá, su criado, hasta los puestos avanzados del campamento enemigo. Los madianitas, los amalecitas y la gente del oriente se habían esparcido por el valle como una plaga de langostas. Tenían tantos camellos como arena hay a la orilla del mar. Al acercarse Gedeón al campamento enemigo, oyó que un soldado le contaba a otro un sueño que había tenido. Le decía: –Soñé que un pan de cebada venía rodando hasta nuestro campamento, y que chocaba contra una tienda y la hacía caer. Su compañero le contestó: –Eso no es otra cosa que la espada de Gedeón, hijo de Joás, el israelita. Dios va a entregar en manos de Gedeón a los madianitas y a todo su campamento. Al oir cómo se había contado e interpretado el sueño, Gedeón adoró al Señor. Después volvió al campamento israelita y ordenó: –¡Arriba, que el Señor va a entregarnos el campamento madianita! En seguida dividió sus trescientos hombres en tres grupos, y les dio cuernos de carnero a todos y unos cántaros vacíos que llevaban dentro antorchas encendidas. Y les dijo: –Cuando llegue yo al otro lado del campamento enemigo, fijaos en mí y haced lo mismo que yo haga. Cuando yo y los que van conmigo toquemos el cuerno, tocadlo vosotros también alrededor de todo el campamento y gritad: “¡Por el Señor y por Gedeón!” Así pues, Gedeón y sus cien hombres llegaron al otro lado del campamento cuando estaba a punto de comenzar el turno de guardia de medianoche. Entonces tocaron los cuernos de carnero y rompieron los cántaros que llevaban en las manos, y los tres grupos tocaron al mismo tiempo los cuernos de carnero y rompieron los cántaros. En la mano izquierda llevaban las antorchas encendidas, y los cuernos de carnero en la derecha, y gritaban: “¡Guerra! ¡Por el Señor y por Gedeón!” Y como los israelitas se quedaron quietos en sus puestos alrededor del campamento, y todos en el ejército madianita gritaban y salían huyendo