JUAN 1:14-51
JUAN 1:14-51 RV2020
Y la Palabra se encarnó y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, la gloria que le corresponde como Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan dio testimonio de él y clamó diciendo: «De este es de quien yo decía: “Viene después de mí uno que es superior a mí; porque ya existía antes que yo”». De su plenitud ya hemos recibido todos, y gracia sobre gracia, porque la ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le ha visto jamás. El Hijo único, que está en el seno del Padre, ese nos le ha dado a conocer. Este es el testimonio de Juan, manifestado cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas a preguntarle quién era. Él confesó y no negó. Confesó: —Yo no soy el Cristo. Y le preguntaron: —¿Entonces quién eres? ¿Eres Elías? Respondió: —No lo soy. —¿Eres el profeta? —No. Ellos insistieron: —¿Entonces quién eres? Tenemos que dar respuesta a quienes nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? Respondió: —Yo soy, como dijo el profeta Isaías, la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor . Los enviados pertenecían a los fariseos y le preguntaron: —¿Por qué, pues, bautizas si tú no eres el Cristo, ni Elías, ni el profeta? Juan les respondió: —Yo bautizo con agua, pero en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis, el que viene después de mí y que es antes de mí, del cual no soy digno de desatar la correa de su calzado. Estas cosas sucedieron en Betábara, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando. Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: —¡Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo! A él me refería yo cuando dije: «Viene después de mí uno, que es superior a mí; porque ya existía antes que yo». Ni yo mismo lo conocía, pero por eso vine bautizando con agua: para que él tenga ocasión de darse a conocer a Israel. Juan continuó dando testimonio: —Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma y permaneció sobre él. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: «El que bautiza con el Espíritu Santo es aquel sobre quien veas que desciende el Espíritu y que sobre él permanece». Yo lo he visto y testifico que este es el Hijo de Dios. Al día siguiente, Juan estaba de nuevo allí con dos de sus discípulos y, mirando fijamente a Jesús que pasaba por allí, dijo: «¡Mirad el Cordero de Dios!». Los dos discípulos, que se lo oyeron decir, siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús y ver que le seguían, les preguntó: —¿Qué buscáis? Ellos le dijeron: —Rabí (que traducido significa «maestro»), ¿dónde vives? Les dijo: —Venid a verlo. Ellos fueron, y vieron dónde vivía, y se quedaron con él aquel día, porque ya eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos discípulos que habían oído a Juan y que habían seguido a Jesús. Andrés encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: —Hemos hallado al Mesías (que traducido significa «el Ungido »). Andrés le llevó a donde estaba Jesús y Jesús le miró y dijo: —Tú eres Simón, hijo de Jonás. En adelante te llamarás Cefas (que traducido significa «piedra»). Al día siguiente Jesús quiso ir a Galilea y encontró a Felipe y le dijo: —Sígueme. Felipe, que era de Betsaida, la ciudad de Andrés y Pedro, se encontró a Natanael y le dijo: —Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la Ley y del que también hablaron los profetas: a Jesús, hijo de José y natural de Nazaret. Natanael le preguntó: —¿De Nazaret puede salir algo bueno? Respondió Felipe: —Ven y ve. Cuando Jesús vio acercarse a Natanael, dijo de él: —¡Aquí tenéis a un verdadero israelita en quien no hay engaño! Le dijo Natanael: —¿De dónde me conoces? Jesús le respondió: —Te vi antes de que Felipe te llamara: cuando estabas debajo de la higuera. Natanael exclamó: —¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel! Le respondió Jesús: —¿Crees porque te dije: «Te vi debajo de la higuera»? Cosas mayores que estas verás. Y agregó: —Os aseguro que de aquí en adelante veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del Hombre.