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JOSUÉ 22:1-34

JOSUÉ 22:1-34 RV2020

Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés, y les dijo: —Vosotros habéis cumplido todo lo que Moisés, siervo del Señor, os mandó, y me habéis obedecido en todo lo que os he mandado. No habéis abandonado a vuestros hermanos en este largo tiempo, hasta el día de hoy, sino que habéis tenido cuidado en cumplir los mandamientos del Señor, vuestro Dios. Ahora, pues, que el Señor, vuestro Dios, ha dado reposo a vuestros hermanos, como lo había prometido, volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de las posesiones que Moisés, siervo del Señor, os dio al otro lado del Jordán. Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés, siervo del Señor, os ordenó: que améis al Señor, vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que cumpláis sus mandamientos, lo sigáis y lo sirváis con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma. Josué los bendijo y los despidió, y ellos se fueron a sus tiendas. A la media tribu de Manasés le había dado Moisés una posesión en Basán; a la otra mitad le dio Josué una heredad entre sus hermanos a este lado del Jordán, al occidente. También a estos los envió Josué a sus tiendas, después de haberlos bendecido, y les dijo: —Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata, oro y bronce, y con muchos vestidos; compartid con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos. Así los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés se volvieron, y se separaron de los hijos de Israel en Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de sus posesiones, en la cual se habían establecido conforme al mandato que el Señor había dado por medio de Moisés. Cuando llegaron a los límites del Jordán que está en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de apariencia grandiosa. Los hijos de Israel se enteraron de que los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés habían edificado un altar frente a la tierra de Canaán, en los límites del Jordán, del lado de los hijos de Israel. Cuando los hijos de Israel oyeron esto, se juntó toda la comunidad de los hijos de Israel en Silo, para subir a pelear contra ellos. Pero antes los hijos de Israel enviaron a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, a la tierra de Galaad, a Finees, hijo del sacerdote Eleazar, y a diez jefes con él: un jefe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de ellos era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. Cuando llegaron donde estaban los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, les dijeron: —Toda la comunidad del Señor dice así: «¿Qué transgresión es esta con que prevaricáis contra el Dios de Israel, volviéndoos hoy de seguir al Señor, edificándoos un altar para ser en este día rebeldes contra el Señor? ¿No ha sido suficiente con la maldad de Peor, de la que aún hoy no estamos limpios, y a causa de la cual hubo tantas muertes en la comunidad del Señor, para que vosotros os volváis hoy de seguir al Señor? Vosotros os rebeláis hoy contra el Señor, y mañana se encenderá su ira contra toda la comunidad de Israel. Si os parece que la tierra que os pertenece es inmunda, pasaos a la tierra que pertenece al Señor, en la cual está el tabernáculo del Señor, y habitad entre nosotros, pero no os rebeléis contra el Señor, ni os rebeléis contra nosotros, al edificaros un altar además del altar del Señor, nuestro Dios. ¿No cometió Acán hijo de Zera prevaricación al tomar de lo consagrado al exterminio, y la ira cayó sobre toda la comunidad de Israel? Aquel hombre no fue el único que pereció por su pecado». Entonces los hijos de Rubén, los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron a los cabezas de los millares de Israel: —El Señor, Dios de los dioses, el Señor, Dios de los dioses, él sabe y que también lo sepa Israel: si fue por rebelión o por prevaricación contra el Señor, que hoy no nos salve. Si nos hemos edificado altar para apartarnos del Señor, o para presentar holocaustos u ofrendas, o para hacer sobre él ofrendas de paz, el mismo Señor nos lo demande. Lo hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a los nuestros: «¿Qué tenéis vosotros que ver con el Señor, el Dios de Israel? El Señor ha puesto por lindero el Jordán entre nosotros y vosotros, hijos de Rubén e hijos de Gad. ¡No tenéis vosotros parte con el Señor!». Y así vuestros hijos harían que los nuestros dejaran de honrar al Señor. Por esto nos dijimos: Edifiquemos ahora un altar, no para holocaustos ni para sacrificios, sino para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros y entre los que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer el servicio del Señor delante de él con nuestros holocaustos, nuestros sacrificios y nuestras ofrendas de paz; para que no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: «Vosotros no tenéis parte con el Señor». Nosotros, pues, nos dijimos: Si acontece que en lo por venir nos dicen tal cosa a nosotros o a nuestros descendientes, entonces responderemos: «Mirad la forma del altar del Señor, el cual construyeron nuestros padres, no para holocaustos o sacrificios, sino como un testimonio entre nosotros y vosotros». Nunca acontezca que nos rebelemos contra el Señor o que nos apartemos hoy de seguir al Señor y edifiquemos un altar para holocaustos, ofrendas o sacrificios, aparte del altar del Señor, nuestro Dios, que está delante de su tabernáculo. Cuando Finees, el sacerdote, los jefes de la comunidad y los jefes de los millares de Israel que con él estaban, oyeron las palabras pronunciadas por los hijos de Rubén, los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien todo ello. Y dijo Finees, hijo del sacerdote Eleazar, a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés: —Hoy hemos entendido que el Señor está entre nosotros, pues no habéis intentado esta traición contra el Señor. Así habéis librado a los hijos de Israel de la mano del Señor. Luego Finees, hijo del sacerdote Eleazar, y los jefes, dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad, regresaron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, y les dieron la respuesta. El asunto pareció bien a los hijos de Israel y bendijeron a su Dios. No hablaron más de hacerles la guerra y destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad. Los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron al altar el nombre de Ed, porque dijeron: «Testimonio es entre nosotros de que el Señor es Dios».

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