JUDAS 1:2-21
JUDAS 1:2-21 RV2020
Que la misericordia, la paz y el amor os sean multiplicados. Amados, yo tenía un gran deseo de escribiros acerca de la salvación que tenemos en común. Pero ahora me veo en la necesidad de escribiros para animaros a que os esforcéis a perseverar en la fe que una vez fue dada a los creyentes. Pues algunos hombres, sin temor ni respeto a Dios, se han infiltrado entre vosotros. Estos hombres, que desde hace mucho tiempo ya habían sido destinados a la condenación, convierten en libertinaje la gracia de nuestro Dios, y niegan a Dios, el único soberano, y a nuestro Señor Jesucristo. Aunque vosotros ya lo sabéis, quiero recordaros que el Señor, después de salvar al pueblo sacándolo de Egipto, destruyó a los que no creyeron. Incluso a los ángeles que no guardaron su dignidad, sino que abandonaron su propio hogar, los mantiene bajo oscuridad en prisiones eternas en espera del juicio de aquel gran día. Así mismo, Sodoma y Gomorra, y las ciudades vecinas que también practicaron la inmoralidad sexual y los vicios contra la naturaleza, fueron puestas como ejemplo, al sufrir el castigo del fuego eterno. A pesar de todo, esos soñadores se comportan de la misma manera, pues contaminan sus cuerpos, rechazan la autoridad y hablan mal de los poderes superiores. Pero ni siquiera el arcángel Miguel cuando luchaba con el diablo y le disputaba el cuerpo de Moisés, se atrevió a pronunciar contra él juicio de maldición, sino que dijo: «Que el Señor te reprenda». Pero estos hablan mal de cuantas cosas no conocen; y en las que por instinto conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de ellos!, porque han seguido el camino de Caín. Por amor al dinero cayeron en el error de Balaam y perecieron en la rebelión de Coré. Estos individuos son una mancha en vuestras reuniones fraternales, pues al comer con vosotros lo hacen sin el más mínimo sentido de vergüenza y pensando solo en sí mismos. Son nubes sin agua, llevadas de acá para allá por los vientos; árboles otoñales que no dan fruto, dos veces muertos y desarraigados. Son olas violentas del mar, que espuman su propia desvergüenza; estrellas errantes, para quienes está reservada eternamente la más densa oscuridad. Acerca de estos también profetizó Enoc, que fue el séptimo patriarca después de Adán, cuando dijo: «¡Mirad!, el Señor viene con sus miríadas de santos, para hacer juicio contra todos y condenar a todos los impíos por todas sus malas obras que infielmente han cometido, y por todas las palabras duras que los pecadores infieles han hablado contra él». Estos individuos son murmuradores, se quejan por todo y solo buscan satisfacer sus propios deseos; hablan con arrogancia y también adulan a los demás para sacar provecho. Pero vosotros, amados, recordad las palabras que os dijeron los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo. Ellos os decían: «En los últimos tiempos habrá burladores que vivirán según sus malvados deseos». Estos son los que causan divisiones, viven según sus propios instintos y no tienen al Espíritu. Pero vosotros, amados, edificaos sobre vuestra santísima fe, orad en el Espíritu Santo, manteneos en el amor de Dios, esperad la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.