JUDAS 1:2-21
JUDAS 1:2-21 DHHE
Recibid abundancia de misericordia, paz y amor. Queridos hermanos, he sentido grandes deseos de escribiros acerca de la salvación que tanto vosotros como yo tenemos; y ahora me veo en la necesidad de hacerlo para rogaros que luchéis por la fe entregada un día al pueblo santo. Porque por medio de engaños se han infiltrado ciertas personas a quienes las Escrituras ya habían señalado desde hace mucho tiempo para la condenación. Son hombres malvados que toman la bondad de nuestro Dios como pretexto para una vida desenfrenada, y que niegan a nuestro único Dueño y Señor, Jesucristo. Aunque ya lo sabéis, quiero recordaros que el Señor, después de haber sacado de Egipto al pueblo de Israel, destruyó a los que no creyeron. Y a los ángeles que no conservaron su debido puesto, sino que abandonaron su propio hogar, Dios los retiene en prisiones oscuras y eternas para el gran día del juicio. Lo mismo que esos ángeles, también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas se entregaron a la inmoralidad sexual y se dejaron llevar por vicios contra naturaleza. Por eso sufrieron el castigo del fuego eterno y quedaron como una advertencia para todos. A pesar de ello, también esos hombres, que viven soñando, contaminan su cuerpo, rechazan la autoridad del Señor e insultan a los poderes superiores. El mismo arcángel Miguel, cuando luchaba con el diablo disputándole el cuerpo de Moisés, no se atrevió a condenarle con insultos, sino que solamente dijo: “¡Que el Señor te reprenda!” Éstos, por el contrario, hablan mal de cosas que no conocen; y en cuanto a las que conocen por instinto, como conocen los animales que no razonan, las usan para su propia condenación. ¡Ay de ellos, porque han seguido el ejemplo de Caín! Por ganar dinero, se han desviado, como Balaam; y como Coré, mueren por su rebeldía. Son una vergüenza en vuestras fiestas de amor fraternal, en las que comen y beben alegremente, sin mostrar respeto alguno. Son pastores que solamente se cuidan a sí mismos. Son nubes sin agua, llevadas por el viento. Son árboles que no dan fruto a su tiempo, definitivamente muertos y arrancados de raíz. Son furiosas olas del mar, que arrojan como espuma sus acciones vergonzosas. Son estrellas que han perdido el rumbo y están condenadas a pasar la eternidad en la más negra oscuridad. También Henoc, el séptimo después de Adán, habló proféticamente cuando dijo acerca de esa gente: “Vi al Señor, que venía con miles y miles de sus ángeles a juzgar a todos y a condenar a todos los malvados, por todos los crímenes que cometieron en su maldad y por todas las palabras insolentes que como malvados pecadores dijeron contra él.” De todo se quejan, todo lo critican y solo buscan satisfacer sus propios deseos. Hablan con jactancia y adulan a los demás para aprovecharse de ellos. Pero vosotros, queridos hermanos, acordaos de que los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo os dijeron: “En los últimos tiempos habrá gente que se burlará de todo y vivirá de acuerdo con sus malos deseos.” Esos son los que causan divisiones. Siguen sus instintos naturales y no tienen el Espíritu de Dios. Pero vosotros, queridos hermanos, manteneos firmes en vuestra santísima fe. Orad guiados por el Espíritu Santo. Conservaos en el amor de Dios y esperad el día en que nuestro Señor Jesucristo, en su misericordia, nos dará la vida eterna.