1 CORINTIOS 3:3-17
1 CORINTIOS 3:3-17 DHHE
pues aún mantenéis criterios puramente humanos! Mientras haya entre vosotros envidias y discordias es que seguís manteniendo criterios puramente humanos y conduciéndoos como lo hace todo el mundo. Porque cuando uno afirma: “Yo soy de Pablo”, y otro: “Yo soy de Apolos”, estáis manteniendo criterios puramente humanos. A fin de cuentas, ¿quién es Pablo, o quién es Apolos? Simples servidores, por medio de los cuales habéis creído en el Señor. Cada uno de nosotros hizo el trabajo que el Señor le había encomendado: yo planté y Apolos regó, pero es Dios quien hizo crecer a la planta. De manera que ni el que planta ni el que riega son nada, sino que Dios lo es todo, pues Dios es quien hace que la planta crezca. Los que plantan y los que riegan son iguales, aunque Dios pagará a cada cual de acuerdo con su trabajo. Somos compañeros de trabajo al servicio de Dios, y vosotros sois el campo que Dios trabaja, el edificio que Dios construye. Yo soy el maestro albañil al que Dios permitió poner los fundamentos, y otro es el que está construyendo sobre ellos. Pero cada uno debe tener cuidado de cómo construye, pues nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto: Jesucristo. Sobre este fundamento se puede construir con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, paja y cañas; pero el trabajo de cada cual se mostrará claramente el día del juicio, porque ese día vendrá con fuego, y el fuego probará el valor del trabajo de cada uno. Si alguien construyó un edificio resistente al fuego, recibirá su pago; pero si lo que construyó llega a arder, lo perderá todo, aunque él mismo logre salvarse como quien escapa del fuego. ¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios vive en vosotros? Si alguien destruye el templo de Dios, Dios le destruirá a él, porque el templo de Dios es santo. Ese templo sois vosotros mismos.