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1 CORINTIOS 9:9-23

1 CORINTIOS 9:9-23 DHHE

Pues está escrito en el libro de la ley: “No pongas bozal al buey que trilla.” Y esto no significa que Dios se preocupe de los bueyes, sino que se preocupa de nosotros, porque la ley se escribió por causa nuestra, pues tanto el que ara la tierra como el que trilla el grano deben hacerlo con la esperanza de recibir su parte de la cosecha. Así que, si hemos sembrado en vosotros una semilla espiritual, no es mucho pedir que cosechemos de vosotros algo de lo material. Si otros tienen tal derecho sobre vosotros, con mayor razón nosotros. Sin embargo, no hemos hecho uso de ese derecho, sino que hemos venido soportándolo todo por no estorbar el anuncio del evangelio de Cristo. Sabéis que quienes trabajan al servicio del templo, viven de lo que hay en el templo; y que quienes atienden el altar donde se ofrecen los sacrificios, comen de la carne de los animales que allí se sacrifican. De igual manera, el Señor ha dispuesto que quienes anuncian el mensaje de salvación, vivan de ese mismo trabajo. Pero yo nunca he hecho uso de ninguno de esos derechos ni tampoco os escribo ahora para que me ofrezcáis cosa alguna. ¡Nadie ha de quitarme esta satisfacción que tengo! Anunciar el evangelio no es para mí ningún motivo de orgullo, sino una obligación ineludible. ¡Y ay de mí si no lo anunciase! Por eso, si lo hago de buen grado, ya tengo mi recompensa; y si lo hago a regañadientes, de todos modos es un encargo que Dios me ha dado. Mi recompensa es la satisfacción de anunciar el evangelio sin cobrar nada; es decir, sin hacer valer mi derecho a vivir de mi trabajo en el anuncio del evangelio. Aunque no soy esclavo de nadie, me he hecho esclavo de todos a fin de ganar para Cristo el mayor número posible de personas. Con los judíos me vuelvo como un judío, para ganarlos a ellos; es decir, que para ganar a los que viven bajo la ley de Moisés, yo mismo me pongo bajo esa ley, aunque en realidad no estoy sujeto a ella. Igualmente, para ganar a los que no viven bajo la ley de Moisés, me vuelvo como uno de ellos, aunque realmente estoy sujeto a la ley de Dios, puesto que estoy bajo la ley de Cristo. Con los débiles en la fe, también para ganarlos, me vuelvo débil como uno de ellos. Es decir, que me he hecho igual a todos para de alguna manera poder salvar a algunos. Y todo esto lo hago por causa del evangelio, para tener parte en él.

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