2 REYES 21:1-18
2 REYES 21:1-18 DHHE
Manasés tenía doce años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Su madre se llamaba Hepsiba. Pero sus hechos fueron malos a los ojos del Señor, pues practicó las mismas infamias de las naciones que el Señor había arrojado de delante de los israelitas: reconstruyó los santuarios paganos que Ezequías, su padre, había destruido; levantó altares a Baal e hizo una imagen de Asera, como había hecho Ahab, rey de Israel; además adoró y rindió culto a todos los astros del cielo, y construyó altares en el templo del Señor, acerca del cual el Señor había dicho que sería la residencia de su nombre en Jerusalén. Levantó otros altares en los dos atrios del templo del Señor y los dedicó a todos los astros del cielo. Además hizo quemar a sus hijos en sacrificio, practicó la invocación de espíritus y la adivinación, y estableció el espiritismo y la hechicería. Tan malos fueron sus hechos a los ojos del Señor, que acabó por provocar su indignación. También colocó en el templo del Señor una imagen de Asera; en el templo acerca del cual el Señor había dicho a David y a su hijo Salomón: “Este templo de Jerusalén, que he escogido entre todas las tribus de Israel, será para siempre la residencia de mi nombre. No volveré a arrojar a los israelitas de la tierra que di a sus antepasados, con tal de que cumplan y practiquen todo lo que les he ordenado y todas las enseñanzas que les dio mi siervo Moisés.” Pero ellos no hicieron caso. Por el contrario, Manasés los llevó a actuar con más perversidad que las naciones que el Señor había aniquilado delante de los israelitas. Por lo tanto, el Señor habló por medio de sus siervos los profetas, y dijo: “Por haber cometido Manasés tantas infamias, y por ser su maldad mayor que la de los amorreos que hubo antes que él, ya que ha hecho que Judá peque con sus ídolos, yo, el Señor, el Dios de Israel, declaro: Voy a acarrear tal desastre sobre Jerusalén y Judá, que hasta le dolerán los oídos a quien lo oiga. Mediré a Jerusalén con la misma medida que a Samaria y a la descendencia de Ahab; la voy a dejar limpia, como cuando se limpia un plato y se pone boca abajo. En cuanto al resto de mi pueblo, lo abandonaré y lo entregaré en manos de sus enemigos, para que sean saqueados y despojados por ellos. Porque sus hechos han sido malos a mis ojos y me han estado irritando desde el día en que sus antepasados salieron de Egipto hasta el presente.” Además de los pecados que Manasés hizo cometer a Judá y de sus malas acciones ante los ojos del Señor, fue tanta la sangre inocente que derramó en Jerusalén, que la llenó de extremo a extremo. El resto de la historia de Manasés y de todo lo que hizo, y los pecados que cometió, está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá. Cuando murió, lo enterraron en el jardín de su palacio, en el jardín de Uza. Después reinó en su lugar su hijo Amón.