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GÉNESIS 34:1-24

GÉNESIS 34:1-24 DHHE

Dina, la hija que Lía dio a Jacob, fue a visitar a las muchachas del lugar; pero la vio Siquem, que era hijo de Hamor el heveo, el jefe de aquel lugar, y por la fuerza se acostó con ella y la deshonró. Sin embargo, tanto se enamoró de ella, que trató de ganarse su cariño. Entonces habló con su padre Hamor, y le dijo: –Ve a pedir la mano de esta muchacha. Quiero casarme con ella. Jacob supo que Siquem había deshonrado a su hija Dina, pero como sus hijos estaban en el campo con sus animales, no dijo nada hasta que ellos regresaron. Mientras tanto, Hamor, el padre de Siquem, fue a ver a Jacob para hablar con él. Cuando los hijos de Jacob regresaron del campo y supieron lo que había pasado, se enfurecieron, porque era una ofensa muy grande para Israel que Siquem se hubiera acostado con la hija de Jacob. ¡Era algo que nunca debía haber hecho! Pero Hamor habló con ellos, y les dijo: –Mi hijo Siquem está muy enamorado de vuestra hermana. Por favor, dejadla que se case con él y haceos nuestros parientes; así nosotros nos casaremos con vuestras hijas y vosotros os casaréis con las nuestras. Quedaos a vivir con nosotros. El país está a vuestra disposición; vivid en él, haced negocios, comprad terrenos. Por su parte, Siquem dijo al padre y a los hermanos de Dina: –Yo os ruego que aceptéis. Os daré lo que me pidáis. No importa que sea una compensación más alta de lo acostumbrado, y muchos regalos; yo os los daré. Pero dejad que la muchacha se case conmigo. Sin embargo, como Siquem había deshonrado a Dina, los hijos de Jacob les contestaron a él y a su padre Hamor con engaños. Les dijeron: –No podemos dar nuestra hermana a un hombre que no está circuncidado, porque eso sería una vergüenza para nosotros. Solo podemos aceptar con esta condición: que vosotros seáis como nosotros; es decir, que se circunciden todos los varones entre vosotros. Entonces sí, vosotros os casaréis con nuestras hijas y nosotros nos casaremos con las vuestras; viviremos entre vosotros y seremos un solo pueblo. Pero si no aceptáis nuestra condición de circuncidaros, nos iremos de aquí y nos llevaremos a nuestra hermana. Hamor y su hijo Siquem estuvieron de acuerdo con lo que ellos propusieron. Sin perder más tiempo, el joven se circuncidó, porque la hija de Jacob le había gustado. Como Siquem era el más respetado en la familia de su padre, fueron él y su padre Hamor a la entrada de la ciudad, donde se trataban los negocios, y allí dijeron a los habitantes: –Estos hombres son nuestros amigos. Van a vivir y hacer negocios en este lugar, pues hay suficiente terreno para ellos; nosotros podremos casarnos con sus hijas y ellos podrán casarse con las nuestras. Pero, para que seamos un solo pueblo, ellos aceptan vivir con nosotros solamente con esta condición: que todos nuestros varones se circunciden, tal como ellos acostumbran. Todas sus pertenencias y todos sus animales serán nuestros. Solo tenemos que decir sí, y ellos se quedarán a vivir con nosotros. Todos los hombres de la ciudad que estaban en edad militar estuvieron de acuerdo con Hamor y con su hijo Siquem, y fueron circuncidados.

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