Marquemos la diferenciaMuestra

La maldad hace que los humanos veamos como malo lo que está bien, y que castiguemos a los que deberían recibir un premio. ¿Conoces algún caso así? Pues eso es lo que le pasó a Jesucristo, que vino para hacernos el bien a todos. Nos cuenta la Biblia que Jesús sanaba a los enfermos, liberaba a los que estaban poseídos, consolaba a los afligidos, ¡y muchas cosas más! Y el pago que recibió fue el maltrato cruel y la muerte. Lo mismo continúa pasando en nuestros días: muchos que hacen lo bueno son castigados y humillados en lugar de recibir reconocimiento. La intolerancia nos lleva a NO soportar el bien que otros hacen. Cuando actúas diferente o tiendes a apartarte de lo malo, la intolerancia hace que te acusen de ser un santurrón, de ser de otra época, y cosas por el estilo. Déjame decirte que, aunque pasen cosas así, tú no debes dejar de hacer lo bueno; tienes que armarte de valor y enfrentar las consecuencias que puedan venir por hacer lo correcto. Hay que hacerlo sin protestar, y dejar que Dios sea quien nos haga justicia y se ocupe de los que nos acusan y maltratan. El final de los malvados siempre es diferente al de los que hacen el bien. ¡Démosle gracias a Dios por habernos hecho hijos suyos y por amarnos tal como somos!