Alinea tu vidaMuestra

4. Alinea tu corazón

La Biblia nos llama en diferentes ocasiones a proteger nuestro corazón porque, según esté y a quién le pertenezca, así serán los frutos de nuestra vida. Con esto en mente, no es ninguna sorpresa que el primer y gran mandamiento empiece con amar a Dios primero con el corazón, dejando que, luego, el alma y la mente sigan.

Cuando tu corazón se alinea con el de Dios, puedes tener la confianza de que tu vida será fuerte, fructífera y robusta, y no solo tu vida, sino tus palabras. Serán palabras que pueden forjar y cambiar circunstancias, palabras que pueden romper silencios de injusticia y opresión, palabras que pueden pintar una visión de esperanza y fe.

Mira a tu entorno. Mira los frutos de tu vida y de tus labios, y analízalos. Si hoy hay cosas que ves que no encajan, o no están en su mejor lugar, no te enfoques en cambiar esas cosas en tus propias fuerzas. Más bien, proponte durante este día darle tu corazón a Dios. Deja al Espíritu Santo entrar a esas áreas de tu interior que solamente tú conoces. Derriba los muros de protección que has edificado y dile: "Señor, te amo (Es decir, te doy el control. Te pongo el primero) con todo mi corazón. 

Me encanta cómo termina este versículo. “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” Ninguno de nosotros discutiría que, como cristianos, debemos amar a los que nos rodean, pero, ¿cómo llevas el “a ti mismo”? Ponte delante del espejo, y pronuncia sobre tu vida: “Te quiero.” No lo hagas en plan egocéntrico ni narcisista, sino más bien declarando: "Amo lo que Dios ha hecho en mí y conmigo. Amo sus planes sobre mi vida. Amo lo que soy en él y cada una de sus promesas sobre mí." 

Cuando llegas a esta revelación personal, te das cuenta de que si Dios lo hizo contigo, Dios lo puede hacer con los que te rodean, y empiezas a mirar a todo el mundo con ojos de amor y esperanza por lo que Dios puede hacer en ellos, así como lo ha hecho contigo.