Cómo leer el ApocalipsisMuestra

Sardis era una ciudad relativamente próspera que sin embargo había perdido algo de su lustre. En tiempos del Apocalipsis, Sardis era todavía relativamente rica, porque en ella se cruzaban varias rutas comerciales, y porque las tierras llanas bajo la colina de la ciudad misma eran fértiles. El mensaje a Sardis muestra una iglesia muy semejante a la ciudad misma. Había visto mejores tiempos y ahora sencillamente continuaba en su rutina normal, confiando en sus glorias pasadas. Pero, así y todo, ¡las cosas no marchaban bien! Las palabras del mensaje a esta iglesia son fuertes: «Tienes nombre de que vives, y estás muerto».

Filadelfia era una ciudad relativamente pequeña, fundada por colonos griegos con el propósito de afianzar la cultura y autoridad griegas en la región. También había en ella una comunidad judía numerosa y aparentemente influyente que insistía en que los cristianos no eran verdaderos hijos de Abraham. El conflicto con la sinagoga ocupa buena parte del mensaje a la iglesia de Filadelfia, y es semejante al que ya hemos visto en el mensaje a Esmirna. El mensaje del Señor a los filadelfios, como el que les envía a los esmirniotas, no incluye palabras de crítica o condenación, sino solamente de elogio y promesa.

Laodicea, la última ciudad que visitaría el emisario que llevaba el mensaje de Juan a las iglesias, era una ciudad rica. Sus riquezas eran tales que cuando un terremoto la destruyó, unos 35 años antes de que Juan escribiera el Apocalipsis, sus habitantes rechazaron toda ayuda imperial y reconstruyeron la ciudad con sus propios recursos. Muchas eran las fuentes de las riquezas y la fama de la ciudad. Pero tres de ellas se destacaban: los bancos y la administración de fondos, un producto conocido como «polvo frigio» con el que se producía un famoso colirio para los ojos, y una lustrosa lana negra con la que se producían lujosas vestimentas de ese color. Lo único de que la ciudad carecía era de buenos pozos de agua potable. Todo esto es el trasfondo del mensaje devastador que se envía a la iglesia de Laodicea. El mensaje empieza con una alusión poco velada al principal defecto de la ciudad, sus aguas tibias: «… ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras tibio o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca». La ciudad que era un centro bancario, es llamada miserable y pobre. La ciudad famosa por su colirio para los ojos y por su fina lana negra, estaba ciega y desnuda.