Tesoros EspiritualesMuestra
En una ocasión los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el Reino de Dios, y él respondió: "El reino de Dios no vendrá como algo que todo el mundo puede ver. Nadie podrá decir: << ¡Aquí está! >> o << ¡Allá está!>> porque el Reino de Dios ya está entre ustedes."
Cuando un arqueólogo hace el descubrimiento de un gran tesoro, por lo general la noticia aparece en los diarios más representativos de cada país alrededor del mundo. Si bien es cierto que la mayoría de estos espectaculares objetos terminan en museos o en manos de algún coleccionista privado, también es cierto que estos tesoros nos ofrecen un gran valor histórico y artístico, pero lamentablemente su beneficio es solo para algunas pocas personas.
En contraste, la Biblia posee una fuente inagotable de tesoros espirituales con recompensas aún mayores que los tesoros efímeros y pasajeros que podamos acumular en nuestro paso por este mundo. Los tesoros de la sabiduría, el conocimiento y el discernimiento que nos ofrece Dios, sin duda alguna, son de un valor incalculable a la hora de contar con salidas apropiadas para superar las dificultades propias de la vida.
El principal anuncio de los tesoros espirituales es la sorprendente noticia de que el Reino de Dios está aquí en la tierra en medio de nosotros, con nosotros y a través nuestro, y que es un regalo de la superabundante bondad de un Dios de gracia.
Jesucristo, quien es el portavoz del Reino, pasó mucho tiempo valioso con gente que los evangelios describen como pecadores. Gente poco apropiada, como era el caso de los cobradores de impuestos, los leprosos, los trabajadores del común, las clases menos favorecidas e incluso con los que tenían de todo en términos materiales, pero se sentían vacíos y sin un objetivo claro para sus vidas. Jesús hacía esto porque quería darles a entender que el Reino no era algo que se obtuviera por mérito propio o por algún esfuerzo humano, pues lo que hayan hecho bueno o malo, asombroso o sin importancia, sería irrelevante frente a Dios. Y que podría acceder a ese reino cualquiera que tuviera suficiente confianza para creer que Dios se los otorgaba sin ninguna condición, salvo la de aceptar la invitación que Jesús les hiciera a cenar con Él.
El Reino de Dios no es solo una promesa para el futuro, ni forma parte de un acontecimiento escatológico, sino que es una realidad ya presente desde que Jesús vino al mundo y su crecimiento es imparable.
A diferencia de los arqueólogos y los exploradores, quienes tienen que esforzarse muchísimo para encontrar lo que buscan, tú y yo podemos tener hoy el mejor mapa disponible para nosotros que nos conduce a la fuente de todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Al final, cuando cada quien descubre que su tesoro espiritual es el regalo totalmente inmerecido de la salvación en Jesucristo, simplemente se regocija a montones y se lo “anuncia a su rostro”, canta y baila con júbilo… “Den gracias al Señor, porque él es bueno; su gran amor perdura para siempre. Que lo digan los redimidos del Señor”.
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Acerca de este Plan
La Biblia posee una fuente inagotable de tesoros espirituales con recompensas aún mayores que los tesoros efímeros y pasajeros que podamos acumular en nuestro paso por este mundo. Los tesoros de la sabiduría, el conocimiento y el discernimiento que nos ofrece Dios, sin duda alguna, son de un valor incalculable a la hora de contar con salidas apropiadas para superar las dificultades propias de la vida.
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Nos gustaría agradecer a Conociendo a Dios por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: http://conectar.conociendoadios.net/