En Tierra ExtrañaMuestra

Desilusión

Todos tenemos expectativas y sueños que queremos alcanzar, pero no siempre todo sale según nuestros planes.

Existe la posibilidad de que un amigo no reaccione como esperábamos, que un matrimonio no funcione o que parezca imposible llegar a fin de mes. Entonces quedamos parados en un lugar donde ni siquiera pensábamos.

Eso le pasó al pueblo de Israel cuando fue llevado cautivo a Babilonia. Era una tierra extraña, muy lejos de la tierra prometida que Dios les había dado. Nunca habían imaginado terminar ahí. Estaban tristes, sin esperanza.

Cuando la expectativa no condice con la realidad, comienza a gestarse la desilusión, la desmotivación y luego la desesperanza que, eventualmente, puede llevarnos a apartarnos de la fe.

Para evitar hundirnos en ese espiral es fundamental que entreguemos la soberanía de nuestros sueños a Dios. ¿Pedimos bien? ¿Soñamos conforme a su corazón o según nuestro deseo de bienestar?

Cuando entendemos que Él cumple Sus planes, en Sus tiempos, la desilusión no es tan desilusión. En medio de una tierra extraña, podemos ir al Espíritu Santo en busca de consuelo y dirección, entonces la desilusión se transforma en confianza y la desesperanza en esperanza.