5 Días De HumillaciónMuestra

El mandato de la humillación

Humillarnos no es lo más fácil en este mundo. Recientemente vimos un video de un niño que le dijo a su madre: “Me voy a comer esta manzana”. La madre le dijo: “No es una manzana, es una cebolla”. El niño insistió: “No, es una manzana”, y la mamá le dijo: “Bien procede”. La cara del niño en el video era tan amarga mientras se comía la cebolla que la mamá comentó: “Él prefiere sufrir comiéndose la cebolla cruda, que admitir que estaba equivocado”. Tal vez ese somos tú o yo en este momento. Por orgullo tomamos decisiones que nos alejaron del propósito de Dios, y hoy nos encontramos en el momento amargo de comernos una cebolla que arde en nuestros ojos, pero en lo espiritual, en el corazón. Es por eso por lo que Dios nos invita a reflexionar y a humillarnos.

2 Crónicas 7:14 nos recuerda que si nosotros, el pueblo de Dios, nos humillamos en Su nombre, oramos y buscamos Su rostro, y nos convertimos de nuestros malos caminos, encontraremos bendiciones que solo se encuentran en la humillación. Pedro también nos exhorta a humillarnos bajo la poderosa mano de Dios.

Tal vez el mayor de todos los ejemplos lo vemos en lo que dijo el Apóstol Pablo en Filipenses 2 cuando menciona a Cristo. Jesús mismo se despojó de Su trono y se humilló hasta lo sumo por amor a nosotros. Si no fuera por ese amor, que no escatimó tomar forma de siervo para morir por nosotros, hoy no disfrutaríamos de esta maravillosa gracia que encontramos en la salvación. Hayemos pues ese mismo sentir. Humillémonos y acerquémonos a Dios para que encontremos los tesoros que hay en la humillación.

“Padre, ayúdanos a humillarnos delante de Ti cada día, reconociendo que sin Ti nada podemos hacer. Ayúdanos a despojarnos de nuestro orgullo y a orar, buscar Tu rostro y apartarnos de nuestros malos caminos. Te amamos y necesitamos de Ti. En el nombre de Jesús, amén".