Dios es grande

Porque tu eres grande y haces maravillas; ¡Solo tú eres Dios!

Salmos 86:10

Los salmistas expresan tres peticiones que podemos elevar nosotros también:

Restauranos una vez más Dios y Salvador nuestro (Salmos 85:4). La debilidad de nuestra carne no es una excusa para vivir pecando pero diariamente estamos expuestos al pecado. Podemos sucumbir ante la tentación pero no por eso somos desechados por Dios, Él desea y puede restaurarnos, cuando confesamos nuestro pecado y descansamos en su misericordia. (Proverbios 28:13)

Muéstranos, Señor, tu amor inagotable (Salmos 85:7). Dios promete paz a su pueblo y a sus fieles siempre y cuando no se vuelvan a la necedad. La decisión más sabia que podemos tomar en toda nuestra vida es volvernos a Dios, depender de Él y obedecerlo. Muy cercano está para salvar a los que le temen. Sigamos clamando para poder percibir el amor inagotable de Dios.

Instrúyeme, Señor, en tu camino (Salmos 86:11). El verdadero arrepentimiento y el perdón de Dios nos conducen a un deseo por agradar a Dios en todas las cosas. El salmista clama de manera humilde, Señor no quiero fallarte, pero necesito que tu me instruyas para caminar en fidelidad.

Oremos junto con los salmistas:

“Dame integridad de corazón para temer tu nombre".