Llamados a orarMuestra
Hermanos, orad por mí
Pablo es, de lejos, el personaje del Nuevo Testamento, después de Jesús claro está, que ejerce mayor fascinación en mí. Llamado por Dios de una manera inusitada. Escogido para una tarea improbable. Genio teológico, versado en diplomacia y en literatura. Dotado de una intelectualidad pródiga y a la par, capaz de conectar con los estratos más humildes de la sociedad. Fue al tercer cielo y regresó para contarlo, aunque no nos dio demasiado detalles, pues el Señor no le permitió divulgar toda la experiencia. Tenía todos los ministerios y se movía en todos los dones. La vigorosidad de su pluma fue inspirada por Dios para escribir dos tercios del Nuevo Testamento. Recorrió casi todo el mundo conocido predicando el Evangelio y plantando iglesias. Fue un líder cautivador. Su carácter fue tan irreprensible, que desprovisto de toda vanidad, podía invitar a otros a que le imitaran. Pablo parecía de acero, invencible y sin límites.
Sin embargo, cuando leo a profundidad sus cartas, descubro a un Pablo humano, frágil hasta la más honda dependencia de Dios para su servicio y subsistencia. Habla de un aguijón en su carne que le producía un grave pesar, un emisario de Satanás que le abofeteaba, metáfora enigmática, pero contundente, que apunta a que el asunto era bastante serio, cuyo contraste el apóstol solo podría encontrar en la gracia de Dios. Pablo lucha con oponentes externos entre los religiosos de su día. En lo interno, le lacera la inmadurez de aquellos discípulos cuya conducta afrenta el buen nombre de Cristo. Le preocupan sus amigos y las iglesias que ha plantado. Sabe que la tarea por realizar es enorme, que quedaba mucho todavía para cumplir la gran comisión. Así que Pablo, con frecuencia, pide oración. Sí, el paladín de la cristiandad gentil necesita que oren por él. No coloca su trayectoria y credenciales como un chaleco blindado. No se presenta como un intocable, sino como parte de un equipo, donde necesita de todos los demás. Pablo le pidió oración a la iglesia de Éfeso, a la iglesia de Tesalónica, a la de Corinto, a la de Colosas y a la iglesia de Roma. En sus solicitudes de oración está implícita su confianza en el poder de la intercesión de sus hermanos. Necesita que oren por él porque sabe el poder que tiene la oración intercesora. Nadie es tan fuerte, como para no necesitar que alguien más ore por él y Pablo lo sabe.
La oración no ha de ser la cenicienta de la iglesia, sino la quinta esencia misma de ella. Oremos por otros y, a la par, pidamos oración por nosotros mismos. Cuando oramos ayudamos a otros y cuando oran por nosotros, somos nosotros ayudados. ¡Bendita bilateralidad!
Acerca de este Plan
Orar es primordial para el desarrollo de una saludable relación con Dios. Es nuestro privilegio y nuestro gozo. Podemos hablar con Dios sin necesidad de intermediarios humanos, cara a cara. En este plan bíblico te hablo de la importancia de orar y de hacerlo de una manera frecuente y vigorosa.
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Nos gustaría agradecer a Como Jesús por proporcionar este plan. Para obtener más información, visite: https://www.instagram.com/osmanycruz/