El Poder Del PerdónMuestra

Enfrentando la realidad de nuestro pecado

Cuando Adán y Eva pecaron en el Jardín del Edén, su primera reacción fue cubrirse. Usaron hojas de higuera para esconder su desnudez, un símbolo de vergüenza y culpa. Este instinto de esconderse surge en todos nosotros cuando enfrentamos nuestros propios errores y fallos. En lugar de afrontar directamente lo que hemos hecho, intentamos encubrir nuestras faltas, ya sea mediante excusas, distracciones o comportamientos defensivos.

Esconderse del error, sin embargo, no resuelve el problema. Al contrario, prolonga el dolor y el sufrimiento. Cuanto más nos alejamos de la verdad sobre nuestros fallos, más difícil se vuelve el proceso de curación. El perdón, especialmente el auto perdón, solo puede suceder cuando tenemos el valor de enfrentarnos a nuestros errores. No sirve de nada culpar a otros, a las circunstancias, o intentar minimizar el impacto de nuestras decisiones. Debemos reconocer completamente lo que hemos hecho, sin excusas ni justificaciones.

Perdonarse a uno mismo comienza con esta honestidad. No es fácil, ya que nos enfrentamos a nuestra vulnerabilidad e imperfección. Pero este es el primer paso hacia la verdadera libertad. El perdón no consiste en ignorar lo sucedido, sino en afrontar la verdad y elegir seguir adelante, sin permitir que el pasado nos defina.