La Transformación Del AlmaMuestra

Aunque el tema principal de estas reflexiones no trata solo del espíritu, creo que es importante que veamos algunas de las cosas que ya han sido hechas en nosotros por causa de estar en Cristo, y esto nos ayudará a entender mejor la función del alma. Y de paso nos permitirá aclarar algunas dudas que en ocasiones tenemos frente a estos temas, especialmente respecto a nuestra posición como hijos de Dios.

Todo lo que Dios ha hecho a nuestro favor, ha sido completamente depositado en nuestro espíritu. Obviamente, esto no quiere decir que se va a quedar ahí, sino que todo lo que ya tenemos, lo que somos y lo que Cristo nos ha dado, debe ser manifestado al exterior, en cada área de nuestras vidas.

Entender esto es importante, porque vemos gente peleando, guerreando, tratando de ganar, o de alcanzar algo que ya se nos ha dado en Cristo. Personas que continua mente están mirando hacia fuera, porque no han entendido lo que ha sido depositado en el interior de cada uno de nosotros.

Por lo tanto, no se trata de alcanzar algo que no tenemos, sino que se trata de exteriorizar lo que ya está en nosotros, el Apóstol Pablo lo dijo de la siguiente manera: «De modo que, si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Corintios 5:17).

La Biblia es clara en esto, por causa de estar en Cristo, ya somos nuevas criaturas, y todo lo viejo ya pasó. ¿Dónde ha ocurrido eso? En el espíritu. Porque después de nacer de nuevo seguimos con el mismo cuerpo. El que estaba flaco, sigue flaco, y el que no lo estaba tanto, pues sigue igual.

Recuerdo ver una imagen de una publicidad de una congregación (que no sé realmente si era cierta, pero es graciosa) que decía: «Si eres pecador y feo, ven a nuestras reuniones y te ayudamos a que solamente seas feo». Porque hay cosas que no cambian con el nuevo nacimiento. Por ejemplo, nuestra forma de pensar sigue siendo igual. Pero en el espíritu, todo ha cambiado.

Antes de Cristo estábamos muertos, que significa que vivíamos separados de Dios, y ahora tenemos la vida de Dios en nosotros, es decir, que somos uno con Él (Ef. 2:1, 1Cor. 6:17)

Aquí tampoco hay discusión, por la Gracia de Dios, hemos sido hechos uno con Él. Dios y tú, están totalmente unidos. Nos hemos fusionado en uno solo. ¡Gloria a Dios! Allí donde vamos, Dios siempre viene con nosotros.