La Compasión Por Encima De La Crítica: Ver La Ansiedad Desde Una Nueva PerspectivaMuestra

Ayer trabajamos en replantear la ansiedad, de un defecto a un mensaje. Nos preguntamos: ¿Y si mi ansiedad en realidad intenta protegerme?

Hoy, al finalizar este plan juntos, vamos un paso más allá. ¿Qué pasaría si esa misma ansiedad fuera algo en lo que realmente pudiera empezar a confiar? ¿Y si pudiera recordarse a usted mismo que está a salvo ahora, cada vez que sienta ansiedad?

En la terapia de Sistemas Familiares Internos (SFI), la ansiedad se considera un "protector". Es una respuesta que surge cuando algo en su mundo interior podría creer que está en peligro. Y, como ya hemos mencionado, quizás, en algún momento, lo estuvo. Quizás experimentó algo traumático. Por eso se desarrolló esta parte de usted: le ayudó a sobrevivir. Le ayudó a superarlo.

Pero ahora, al caminar con Jesús y seguir aprendiendo sobre cada faceta de su ser, sabe que no está solo. Dios le ha creado a su imagen y le invita a dejar descansar su parte "protectora". El Espíritu Santo, que reside en usted, puede brindarle consuelo y conexión, y no tiene que cargar con la ansiedad solo.

Aquí es donde comienza la curación.

El amor puede restaurar lo que el miedo una vez fracturó. El amor puede superarlo todo.

Así que, en lugar de eliminar la ansiedad por completo, podemos ayudarla con delicadeza y amor a transformarse. Esa parte protectora puede empezar a relajarse, adaptándose a la seguridad del momento presente. Puede que aún le alerte sobre un peligro real hoy, pero ya no necesita controlar su vida desde la perspectiva temerosa del dolor pasado. Chrissie explica que en SFI, esta sanación ocurre cuando la parte herida subyacente (la que primero absorbió el miedo) finalmente logra dejarlo atrás ante algo superior. Y como seguidores de Jesús, creemos que ese "algo superior" es el Espíritu de Dios en usted.

Eso es el Evangelio en acción. No se trata de que nos deshagamos del desorden, sino de que Jesús entra en él con nosotros. Él abre espacio para la restauración.

David se presentó con esta honestidad hacia Dios. En los Salmos, lo escuchamos hablar desde el pánico y la desesperación. “Mi corazón está angustiado... temor y temblor me han acosado” (Salmo 55:4-5).

Sin embargo, algo que podemos aprender de la postura de David es que continúa orientándose hacia Dios. "¿Por qué te abates, alma mía?... Pon tu esperanza en Dios" (Salmo 42:5). David no silencia, ignora ni evita la ansiedad; la conecta con nuestro Padre celestial. ¡Qué hermoso! Esto es la esencia de la sanación.

Con eso en mente y con todo lo que ha aprendido sobre la ansiedad, veamos la película de nuevo. Esta vez, observe cómo responde su cuerpo. ¿En qué parte de su cuerpo siente que la ansiedad se manifiesta? ¿Cómo puede ser curioso al notarla? Invite a Dios a entrar e investiguen juntos.

Para terminar, los ciclos de ansiedad activa no tienen por qué ser su realidad para siempre. Mantenga la curiosidad y sea amable con usted. Siga invitando a Jesús a cada momento de ansiedad. Recuerde: no es su ansiedad, ni ninguna emoción; es hijo de Dios y fue creado a su imagen perfecta.

Reflexión: Haga una pausa y pregúntese: ¿Cómo se sentiría mi parte ansiosa si se sintiera segura ahora? Invite a Jesús a entrar y rece la siguiente oración.

Oración: Dios, gracias porque estoy a salvo. Sé que estás aquí. Gracias porque no tengo que cargar con esto solo. Te entrego mi ansiedad, y sé que la pusiste ahí por una razón. Ayúdame a aceptarla y permite que me guíe a las partes de mí que más necesitan tu presencia sanadora. Es en tu nombre que oro, amén.

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