Solo reconoce tu culpa;
admite que te has rebelado contra el SEÑOR tu Dios
y que cometiste adulterio contra él
al rendir culto a ídolos debajo de todo árbol frondoso.
Confiesa que rehusaste oír mi voz.
¡Yo, el SEÑOR, he hablado!
»”Regresen a casa, ustedes, hijos descarriados
—dice el SEÑOR—,
porque yo soy su amo.
Los traeré de regreso a la tierra de Israel,
uno de esta ciudad y dos de aquella familia,
de todo lugar donde estén esparcidos.