Has cautivado mi corazón, tesoro mío, esposa mía. Lo tienes como rehén con una sola mirada de tus ojos, con una sola joya de tu collar. Tu amor me deleita, tesoro mío, esposa mía. Tu amor es mejor que el vino, tu perfume, más fragante que las especias. Tus labios son dulces como el néctar, esposa mía. Debajo de tu lengua hay leche y miel. Tus vestidos están perfumados como los cedros del Líbano. Tú eres mi jardín privado, tesoro mío, esposa mía, un manantial apartado, una fuente escondida. Tus muslos resguardan un paraíso de granadas con especias exóticas: alheña con nardo, nardo con azafrán, cálamo aromático y canela, con toda clase de árboles de incienso, mirra y áloes, y todas las demás especias deliciosas. Tú eres una fuente en el jardín, un manantial de agua fresca que fluye de las montañas del Líbano.
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