Pero tú, Señor, permaneces para siempre,
y todas las generaciones te recordarán.
Te levantarás y tendrás misericordia de Sión,
porque ya se ha cumplido su tiempo;
¡ya es hora de que le tengas misericordia!
Tus siervos aman cada una de sus piedras;
ven sus ruinas, y se compadecen de ella.
Señor, las naciones honrarán tu nombre;
los reyes de la tierra reconocerán tu gloria,
porque tú, Señor, reconstruirás a Sión,
y en su esplendor serás reconocido.
Tendrás en cuenta la oración de los pobres,
y no dejarás de escuchar sus ruegos.
Esto, Señor, quedará escrito para los pueblos futuros,
¡para que las generaciones del mañana te alaben!
Desde su alto santuario, el Señor observa;
desde los cielos, el Señor contempla la tierra
para oír el clamor de los cautivos
y dar libertad a los sentenciados a muerte;
para que en Sión se anuncie el nombre del Señor,
¡para que en Jerusalén se proclame su alabanza!
Entonces todas las naciones y todos los reinos
vendrán y se unirán para servir al Señor.
En mi camino, el Señor me retiró su apoyo;
¡me recortó los días de mi vida!
Pero yo le supliqué:
«Dios mío, tú vives por todas las generaciones:
¡no me reduzcas la mitad de mi vida!»
Tú fundaste la tierra desde el principio,
y con tus propias manos formaste los cielos.
Un día, ellos serán destruidos;
envejecerán, como vestidos usados,
y tú los cambiarás por otros;
¡pero tú permanecerás!
¡Tú seguirás siendo el mismo,
y tus años nunca tendrán fin!
Los hijos de tus siervos vivirán tranquilos,
y sus descendientes se afirmarán en tu presencia.