Señor, ¡no olvides la maldad de su padre!
¡Ten presente el pecado de su madre!
Señor, ¡no pases por alto su maldad,
y borra de la tierra su memoria!
Porque este se olvidó de la misericordia,
y persiguió hasta darle muerte
al miserable que sufre y tiene roto el corazón.
Ya que amó la maldición, ¡que sea maldito!
Despreció la bendición, ¡que nunca sea bendecido!
La maldad lo envolvió como un manto;
como agua, penetró en todo su ser;
como aceite, le caló hasta los huesos.
¡Pues que lo envuelva la maldad como un manto,
y que lo oprima para siempre como un cinto!
¡Así les pague el Señor a los que me acusan,
a los que me calumnian y buscan mi mal!
Pero tú, mi Señor y Dios,
¡trátame bien por causa de tu nombre!
Por tu bondad y misericordia, ¡sálvame!
Te necesito, pues estoy muy afligido;
mi corazón tiene profundas heridas.
Siento que me muero, como muere el día;
soy sacudido como una langosta.
Las rodillas se me doblan por causa del ayuno,
estoy tan débil que mi cuerpo desfallece.
Soy para la gente objeto de burla;
los que me ven, mueven burlones la cabeza.
Señor y Dios mío, ¡ayúdame!;
por tu gran misericordia, ¡sálvame!
Así sabrán que esto viene de tu mano,
y que eres tú, Señor, quien me ha salvado.
No importa que me maldigan, ¡bendíceme tú!
Podrán atacarme, pero quedarán avergonzados,
mientras que este siervo tuyo se regocijará.
Cubre de vergüenza a los que me critican;
¡que la confusión los envuelva como un manto!
Yo te alabaré, Señor, con mucho gozo;
¡te cantaré en medio de una gran multitud!
Porque defiendes al que nada tiene,
y lo libras de quienes lo condenan a muerte.