¿Cómo puede el joven limpiar su camino? ¡Obedeciendo tu palabra! Yo te he buscado de todo corazón; ¡no dejes que me aparte de tus mandamientos! En mi corazón he atesorado tus palabras, para no pecar contra ti. ¡Bendito seas, Señor! ¡Permíteme aprender tus estatutos! Con mis labios siempre proclamo todas las sentencias que has dictado. Me alegra seguir el camino de tus testimonios más que poseer muchas riquezas. Siempre medito en tus mandamientos, y fijo mi atención en tus sendas. Mi alegría es el cumplir tus estatutos; ¡nunca me olvido de tus palabras! Concédele a tu siervo una larga vida, y obedecer siempre tu palabra. Ábreme los ojos para contemplar las grandes maravillas de tus enseñanzas.
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