Tú me dijiste: «Yo te voy a instruir; te voy a enseñar cómo debes portarte. Voy a darte buenos consejos y a cuidar siempre de ti. Los mulos y los caballos son tercos y no quieren aprender; para acercarse a ellos y poderlos controlar, hay que ponerles rienda y freno. ¡No seas tú como ellos!» A los malvados les esperan muchos sufrimientos, pero a los que confían en ti los cubres con tu gran amor. Ustedes, pueblo de Dios, ¡alábenlo y hagan fiesta! Y ustedes, los de corazón sincero, ¡canten a Dios con alegría!
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