Salmos 44:1-8
Salmos 44:1-8 Traducción en Lenguaje Actual (TLA)
1 (2) Dios mío, nuestros padres nos han contado las grandes maravillas que tú hiciste en el pasado. 2 (3) Tú mismo echaste de su tierra a los otros pueblos; los destruiste por completo, y en lugar de ellos pusiste a nuestro propio pueblo, y lo hiciste prosperar. 3 (4) No fue con la espada como ellos conquistaron esta tierra; no fue la fuerza de su brazo lo que les dio la victoria. ¡Fue tu mano poderosa! ¡Fue la luz de tu presencia, porque tú los amabas! 4 (5) Tú eres mi Dios y mi rey; ¡tú nos diste la victoria! 5 (6) Por tu gran poder vencimos a nuestros enemigos; ¡destruimos a nuestros agresores! 6 (7) Yo no pondría mi confianza en mi arco y en mis flechas, ni pensaría que mi espada podría darme la victoria; 7 (8) ¡fuiste tú quien nos hizo vencer a nuestros enemigos!, ¡fuiste tú quien puso en vergüenza a nuestros adversarios! 8 (9) Dios nuestro, ¡siempre te alabaremos!, ¡siempre te daremos gracias!
Salmos 44:1-8 Nueva Versión Internacional - Español (NVI)
Oh Dios, nuestros oídos han oído y nuestros antepasados nos han contado las proezas que realizaste en sus días, en aquellos tiempos pasados: Con tu propia mano expulsaste a las naciones y en su lugar plantaste a nuestros antepasados; aplastaste a aquellos pueblos, y a nuestros antepasados los hiciste prosperar. Porque no fue su espada la que conquistó la tierra ni fue su brazo el que les dio la victoria: fue tu brazo, tu mano derecha; fue la luz de tu rostro, porque tú los amabas. Solo tú eres mi Rey y mi Dios. ¡Decreta las victorias de Jacob! Por ti derrotamos a nuestros enemigos; en tu nombre aplastamos a nuestros agresores. Yo no confío en mi arco ni puede mi espada darme la victoria; tú nos das la victoria sobre nuestros enemigos, y dejas en vergüenza a nuestros adversarios. ¡Por siempre nos gloriaremos en Dios! ¡Por siempre alabaremos tu nombre! Selah
Salmos 44:1-8 Reina Valera Contemporánea (RVC)
Dios nuestro, lo oímos con nuestros oídos, y nuestros padres nos lo contaron: ¡las grandes proezas que, en su favor, realizaste en los días de antaño! ¡Tú mismo desalojaste a las naciones, castigaste duramente a esos pueblos, y a nuestros padres los dejaste echar raíces! Porque no fue la espada lo que les dio posesión de la tierra; ni fue tampoco su brazo lo que les dio la victoria; ¡fue tu mano derecha, fue tu brazo, fue el resplandor de tu rostro, porque en ellos te complacías! Dios mío, ¡tú eres mi rey! ¡Envía tu salvación al pueblo de Jacob! ¡Por ti derrotaremos a nuestros enemigos! ¡En tu nombre los hundiremos en el suelo! Yo no confiaría en mis flechas, ni tampoco mi espada podría salvarme; pero tú puedes salvarnos de nuestros enemigos, y poner en vergüenza a los que nos odian. ¡En ti, Dios nuestro, nos gloriaremos siempre, y nunca dejaremos de alabar tu nombre!
Salmos 44:1-8 Biblia Dios Habla Hoy (DHH94I)
1 (2) Oh Dios, hemos oído con nuestros oídos, y nuestros padres nos han contado lo que tú hiciste en sus días, en aquellos tiempos pasados: 2 (3) con tu propia mano echaste fuera a los paganos, castigaste a las naciones y estableciste allí a nuestros padres. 3 (4) Pues no fue su brazo ni su espada lo que les dio la victoria; ellos no conquistaron la tierra. ¡Fue tu poder y tu fuerza! ¡Fue el resplandor de tu presencia, porque tú los amabas! 4 (5) ¡Mi Rey! ¡Mi Dios! Tú diste las victorias a tu pueblo; 5 (6) por ti vencimos a nuestros enemigos; ¡en tu nombre aplastamos a los que nos atacaban! 6 (7) Porque no confiaría yo en mi arco, ni mi espada podría darme la victoria; 7 (8) fuiste tú quien nos hizo vencer a nuestros enemigos, quien puso en ridículo a los que nos odiaban. 8 (9) ¡Siempre estaremos orgullosos de ti, oh Dios, y siempre alabaremos tu nombre!
Salmos 44:1-8 Biblia Reina Valera 1960 (RVR1960)
Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado, La obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. Tú con tu mano echaste las naciones, y los plantaste a ellos; Afligiste a los pueblos, y los arrojaste. Porque no se apoderaron de la tierra por su espada, Ni su brazo los libró; Sino tu diestra, y tu brazo, y la luz de tu rostro, Porque te complaciste en ellos. Tú, oh Dios, eres mi rey; Manda salvación a Jacob. Por medio de ti sacudiremos a nuestros enemigos; En tu nombre hollaremos a nuestros adversarios. Porque no confiaré en mi arco, Ni mi espada me salvará; Pues tú nos has guardado de nuestros enemigos, Y has avergonzado a los que nos aborrecían. En Dios nos gloriaremos todo el tiempo, Y para siempre alabaremos tu nombre. Selah
Salmos 44:1-8 La Biblia de las Américas (LBLA)
Oh Dios, con nuestros oídos hemos oído, nuestros padres nos han contado la obra que hiciste en sus días, en los tiempos antiguos. Tú con tu mano echaste fuera las naciones, y a ellos los plantaste. Afligiste a los pueblos, y a ellos los hiciste crecer. Pues no por su espada tomaron posesión de la tierra, ni su brazo los salvó, sino tu diestra y tu brazo, y la luz de tu presencia, porque te complaciste en ellos. ¶Tú eres mi Rey, oh Dios; manda victorias a Jacob. Contigo rechazaremos a nuestros adversarios; en tu nombre hollaremos a los que contra nosotros se levanten. Porque yo no confiaré en mi arco, ni me salvará mi espada; pues tú nos has salvado de nuestros adversarios, y has avergonzado a los que nos aborrecen. En Dios nos hemos gloriado todo el día, y por siempre alabaremos tu nombre. (Selah )
Salmos 44:1-8 Nueva Traducción Viviente (NTV)
Oh Dios, lo oímos con nuestros propios oídos; nuestros antepasados nos han contado de todo lo que hiciste en su época, hace mucho tiempo atrás. Con tu poder expulsaste a las naciones paganas y entregaste toda la tierra a nuestros antepasados. Aplastaste a sus enemigos y liberaste a nuestros antepasados. No fue con sus espadas que conquistaron la tierra, ni sus brazos fuertes les dieron la victoria. Fueron tu mano derecha y tu brazo fuerte y la luz cegadora de tu rostro que los ayudaron, porque los amabas. Tú eres mi Rey y mi Dios; tú decretas las victorias de Israel. Solo con tu poder hacemos retroceder a nuestros enemigos; solo en tu nombre podemos pisotear a nuestros adversarios. No confío en mi arco ni dependo de que mi espada me salve. Tú eres el que nos da la victoria sobre nuestros enemigos; avergüenzas a los que nos odian. Oh Dios, todo el día te damos gloria y alabamos tu nombre constantemente. Interludio