Los hijos de Dios, los más favorecidos Muestra

La sabiduría de Dios: «al único y sabio Dios»

¡La sabiduría de Dios es tan profunda que sus juicios son insondables! ¡Es tan profunda que sus caminos son inescrutables! ¡Es tan profunda que nadie ha sido, o podrá ser, su consejero! De hecho, la sabiduría de Dios es tan profunda y tan amplia que no se incrementa y no puede incrementarse, no porque Él tenga límites, sino porque cada incremento concebible, ya es suyo.

Si hay algo que la Biblia nos enseña acerca de Dios, es que Él es infinitamente sabio; y también, claramente nos afirma, que Dios es la fuente de la sabiduría. La sabiduría no puede existir sin el conocimiento de todos los hechos pertinentes a algún propósito o plan. El Dios que es sabio, también es el Dios que todo lo sabe. La sabiduría no es sólo sabiduría, sino «saber cómo». Su sabiduría le permite a Dios «saber cómo» hacer cualquier cosa.

La sabiduría es el poder de ver y la inclinación de elegir la mejor y la más alta meta, junto con los medios más seguros de lograrla. De hecho, la sabiduría es el lado práctico de la bondad ética. De esta forma, la sabiduría solo la encontramos en Dios. Solo Él, es sabio en forma natural, completa e invariable. Parte del eterno propósito de Dios, es revelar su sabiduría a los seres celestiales y también a su iglesia. Todavía Dios está cumpliendo su propósito, el que culminará con la extensión de su reino eterno sobre la tierra. Cuando este plan y programa se complete, se revelará todo el alcance de la sabiduría de Dios y esta sabiduría se revelará en una extensión tal, que proveerá el combustible para alabar y adorar a Dios por toda la eternidad.

Cuando la vida simplemente no tiene sentido, debemos mirar a quien es el autor y el final de nuestra fe; a Él quien tiene un gran plan cósmico, un plan para revelar su gloria y para cumplir con aquello que es bueno, agradable y perfecto para sus hijos. Debemos confiar en Él, quien es absolutamente sabio u omnisciente y quien es también absolutamente poderoso o todopoderoso.

Dios nos ha entregado la mente de Cristo, para que, ya no tengamos ningún pretexto. Sino que, ahora podamos entender la sabiduría de Dios, y manifestarla de manera vivencial cada día de nuestras vidas.