Llenos de las riquezas en CristoMuestra
Por ser el Padre de nuestro fiador, también es nuestro Padre
Hay que notar cuidadosamente, que aquí la alabanza no es ofrecida al «Dios y Padre del Señor Jesucristo», sino de «nuestro Señor Jesucristo». En otras palabras, la relación de Dios hacia nosotros, está determinada por su relación con nuestro fiador o garante. Es en Cristo, donde Dios, es Dios y Padre de los redimidos.
A Dios, se le adora como la Cabeza contractual del Salvador y de sus elegidos en él. Este, es un punto de primordial importancia. La comunión, que la iglesia tiene con Dios, depende de la comunión, que el Redentor tiene con Dios; porque la iglesia es de Cristo y Cristo es de Dios.
El título «Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo», es peculiar y característico del nuevo pacto. Son los redimidos, los que designan a Dios de esa manera, pues lo contemplan como el Dios de la redención. Cuando un israelita lo invocaba como «el Dios de Abraham, Isaac y Jacob», lo reconocía y honraba, no solo como creador y gobernador moral del mundo, sino también, como al Dios que había hecho un pacto con su nación. De modo que, cuando el creyente en el nuevo pacto lo invoca como «el Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo», lo reconoce como autor de eterna redención, por medio del Hijo encarnado, quien voluntariamente, se subordinó al Padre. En el sentido más sublime de la palabra, Dios no es Padre de nadie hasta que uno se una a Aquel quien fue comisionado y enviado para ser el salvador de los pecadores, el único mediador entre Dios y los hombres.
Así que, por la obra perfecta y completa de Cristo, los elegidos del nuevo pacto, gozamos de una bendición mayor y mejor, porque no hemos recibido solamente la bendición del Dios de Abraham, Isaac y Jacob, sino la bendición plena, total, perfecta y completa del Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Después, el apóstol menciona la gran misericordia de Dios, por la que hizo renacer a sus elegidos a una esperanza viva y a una herencia que transciende infinitamente todos los bienes terrenales. Cuando Dios concede esos favores, hay que reconocerlo en el carácter especial en que los confiere.
Alguien podría preguntar: ¿cómo es posible que un Dios santo conceda tales bendiciones a hombres pecadores? La respuesta es: porque es y nos ve como el «Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo». Es porque Dios está complacido con el Redentor por lo que también se complace en los redimidos. La obra de Cristo ha merecido esa clase de recompensa, y Cristo la comparte con los suyos. Todas las cosas vienen del Padre por medio del Hijo.
Acerca de este Plan
Definitivamente las riquezas escondidas en esta oración apostólica, son un extraordinario ingrediente, para sustentar la base y práctica de nuestra comunión con Dios. Ellas nos llevan a experimentar un nivel de fe y clamor nunca antes disfrutado, que la capacidad que Dios nos da para aprender estas verdades y nuestra decisión de aprehender sus enseñanzas, se conviertan en nuestra decisión de emprender cambios sustanciales en nuestro llamamiento celestial.
More
Nos gustaría agradecer a Basilio Patiño en colaboración con El Centro Network por facilitarnos este plan. Para obtener más información, por favor visítenos en: www.redrema.org www.elcentronetwork.com