Disciplinas Espirituales y Evangelismo Muestra
DÍA 5: SOLEDAD Y SILENCIO
Quietud. No muchos de nosotros tiene mucha, y cuando la tenemos, no sabemos qué hacer con ella. Eclesiastés 3, sin embargo, nos dice que hay tiempo para todo: llorar y bailar, construir y derribar, buscar y perder. La totalidad de la existencia humana y las emociones que buscan vencernos a veces tienen su lugar, Dios nos lo recuerda. Pero, ¿cómo entenderemos y procesaremos estas, sin momentos en los cuales se busquen independencia del ajetreo de la vida? Salmo 46:10 es amado por una razón: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios".
La disciplina de la soledad y el silencio comienza al crear un espacio para que Dios hable a nuestros corazones inquietos. Venimos con manos y corazones abiertos en anticipación de lo que Dios pueda decir. Si tenemos suerte, Isaías 30:21 podría hacerse realidad: "Entonces tus oídos oirán a tus espaldas palabra que diga: Este es el camino, andad por él".
Cuando la avalancha de la vida se desvanece en el fondo, empezamos a oír algo que suena casi ajeno. ¿Puede ser la voz de Dios?, nos preguntamos. En soledad y silencio empezamos a escuchar la voz de Dios otra vez. El mundo y todas sus preocupaciones son puestas de lado, por un momento fugaz, somos capaces de redescubrir lo que significa que Dios no se ha ido de nuestro lado.
En soledad y silencio encontramos la cercanía y grandeza simultáneamente. Cuando todo está tranquilo, escuchamos la gota del grifo, el susurro de una hoja en el viento, la respiración de un perro en una siesta de mediodía. En mundo viene a la vida en el silencio, y redescubrimos lo que significa que Dios sostiene el universo y tiene todo en su diestra. Vemos la hermosura de un atardecer y sentimos la suavidad de una almohada. Dios está sobretodo.
Y en nuestros suspiros, también recordamos que Dios está en todo. "Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos" (Hechos 17:28). Y en nosotros ha depositado Su más grande regalo. Segunda de Corintios 1:21-22 dice, "Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios, el cual también nos ha sellado, y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones". Su amor es tan vasto que no puede hacer otra cosa que estar también en nuestros corazones. Él es en realidad en todo y sobretodo.
Finalmente, el silencio y la soledad nos llevan a tal adoración y asombro que Su Espíritu Santo despositado en nosotros genera una nueva vida para testificar el Evangelio. Nos hacemos concientes que cuando encontramos a Dios en la quietud, muchos no. Reconocemos que demasiados son los que buscan otras cosas en lugar de Dios. Pero, ¿qué si es verdad que Dios sí quiere que todos se salven y que vengan a conocerle? Es verdad, Dios dice cuando nos sentamos en el silencio. Nuestro silencio a otros en asuntos de la fe se convierte ensordecedor mientras más tiempo pasamos con Dios. El silencio en definitiva nos mueve a más conversaciones sobre Jesús, sobre vida, sobre esperanza.
Preguntas para la Reflexión:
- ¿Encuentras el silencio y la quietud inquietantes o reconfortantes? ¿Por qué?
- ¿Has incorporado tiempos de quietud para escuchar a Dios a través de tu adoración a Él?
- ¿De qué manera puedes usar el silencio y la soledad para edificar tu propio caminar con Dios, así como acercarte al corazón de Dios?
- ¿Cómo interactúa el silencio con el evangelismo?
Acerca de este Plan
Las disciplinas espirituales cumplen un rol muy específico en la experiencia cristiana—ellas llevan a los creyentes a ser más como Jesús en nuestros pensamientos, palabras y acciones. ¿Cómo se traduce esto en nuestro llamado a mostrar y compartir el amor de Jesús con otros? ¡Las Disciplinas Espirituales y el Evangelismo incluye ocho disciplinas espirituales diseñadas para ayudarte a crecer en tu propia fe de una forma que sobreabundará para otros!
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