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"Cuarta parte: Un futuro glorioso – Una fe robusta"

La clave para tu futuro glorioso está en tu fe. Una cosa es decir que crees, y otra muy distinta es actuar según lo que crees, como si ya fuera verdad.

¿Qué haces cuando estás orando por algo y las cosas parecen no cambiar o incluso deteriorarse? Es entonces cuando descubres si has desarrollado una fe que se rehúsa a renunciar a las promesas de la Palabra de Dios. Para sobrevivir a los golpes más duros de la vida, tu fe debe ser robusta y resistente. La palabra «robusto» significa «fuerte y saludable; resistente y vigorosa».

Hebreos 11 comienza definiendo su enfoque: «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos» (v. 1-2, RVR1960). Estos ancianos de la fe incluyen a Noé, Abraham y Sara, Jacob, José, Moisés, Rahab, Samuel, David y muchos otros. Su «buen testimonio» es el legado de fe que dejaron, la historia de cómo confiaron en Dios en medio de pruebas y obstáculos enormes. No eran una especie superior sino hombres y mujeres normales con miedos y fallas. Es evidente que no era su propio poder el que alimentaba las victorias de estas personas. En realidad, fue debido a sus debilidades que Dios les permitió hacer hazañas asombrosas: conquistar reinos, dominar leones, apagar incendios, esquivar espadas y ganar batallas cuando el enemigo los superaba abrumadoramente (Heb. 11:33-34). ¡Me parece una fe muy valiente!

La Biblia habla con frecuencia de esta «batalla» de la fe. Romanos 8:37 nos llama «más que vencedores», y si es así, entonces sabemos que enfrentaremos montañas y batallas que debemos conquistar. ¿Cómo íbamos a ser llamados vencedores si no había nada que vencer? Si la vida no tuviera ningún tipo de obstáculo o desafío, la fe no tendría ningún sentido. Es fácil tener fe cuando todo va bien, pero la fe valiente y robusta solo se forja cuando se pone a prueba.

Para avanzar hacia tu futuro glorioso, habrá momentos en que tendrás que tener una fe valiente y robusta. Sin duda, tendrás la oportunidad de ejercitar la valentía para compartir tu fe, hacer lo correcto, vivir bien, liderar bien y amar bien ante los desafíos, y aferrarte firme a las promesas de Dios.

Oración: Señor, no desmayaré cuando surjan los desafíos. La Palabra de Dios dice que mi fe será refinada por el fuego y que Tu poder se perfecciona en mi debilidad.