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"Tercera parte: Una puerta estrecha – El nombre de Jesús"

La puerta a la vida es Jesús. No hay otra manera, ningún otro nombre. El nombre de Jesús nos da acceso a la vida abundante, rebosante y eterna. En Juan 14:6, Jesús dijo: «Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie llega al Padre sino por mí». Jesús fue absolutamente claro; no se refirió a Sí mismo como el guía turístico ni el policía de tránsito que indica el camino para conocer a Dios. Él dijo: «Yo soy el camino».

Si bien Jesús declara que Él es el único camino, Él abre el camino para todos los que invocan Su nombre. Él es al mismo tiempo inclusivo y exclusivo; es la naturaleza aparentemente paradójica del evangelio, y las buenas noticias para todo el mundo. Así que para poder acceder y disfrutar de la vida abierta y espaciosa que Jesús vino a traer, tenemos que creerle cuando también dijo: «Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran» (Mat. 7:13-14).

A menudo podemos enfrentar obstáculos en la vida y sentirnos empujados a salirnos del camino fiel de seguir a Cristo. Nuestras esperanzas para el futuro pueden parecer tan cercanas y, sin embargo, de alguna manera, más allá de nuestro alcance; no sabemos cómo acceder a ellas. El camino que conduce al lugar al que Dios te está llamando es un misterio, y sin Él, no puedes estar seguro de qué pasos dar. El poder del santo nombre de Jesús es tu llave. Su nombre es la puerta estrecha, y tenemos el derecho de vivir y operar bajo ese gran Nombre sobre todo nombre.

Nuestros nombres tienen limitaciones. Si tan solo vivimos de acuerdo a nuestra propia autoridad e influencia, entonces siempre vamos a tropezar con nuestras limitaciones. Solo un nombre te eleva más allá de tus limitaciones naturales. Es el nombre que puede hacer que vayas a donde nunca has ido; que hagas lo que nunca has hecho e incluso que imagines que eres capaz de hacerlo. Es un nombre tanto personal como poderoso, tanto íntimo como universal, tanto exclusivo por ser el único camino a Dios, y, sin embargo, totalmente inclusivo en Su invitación a todas las personas. Jesucristo, el Señor.

Declara el poderoso nombre de Jesús sobre cada aspecto de tu vida hoy. Tu salud, tu familia, tu seguridad, tu lugar de trabajo, tus relaciones y tu iglesia.

Oración: Gracias por el poder que has hecho disponible para mí en el Nombre de Jesús. Creo que, en Su Nombre, nada me vencerá ni me impedirá ver las promesas de Dios cumplidas en mi vida.