Los beneficios de un Dios real y buenoMuestra

Papá oso

Dios nos está diciendo: Mi amor por ti, es tan grandioso. Es tan alto como los cielos que están sobre la tierra. Es más alto de lo que puedas imaginar. No hay límite para mi amor por ti. Mi amor por ti es inagotable. Nunca dejaré de amarte. Nunca. De hecho, nunca te amaré un poco menos de lo que te amo en este momento, no importa cuánto te equivoques, porque mi amor por ti es perfecto e incondicional. Este es mi amor por ti tan alto como los cielos que están sobre la tierra. 

Hay una película llamada «The Bear». Un osezno que pierde a su mamá, asesinada por los cazadores y tiene pocas posibilidades de sobrevivir en la naturaleza, pero el enorme papá oso toma al bebé bajo su cuidado y comienza a enseñar al pequeño cómo buscar comida y sobrevivir en el su ambiente natural. Un día, el cachorro estaba listo para aventurarse por su cuenta. Él está en su aventura. Pero un puma ve al osezno y comienza a acecharlo. El puma se arrastra y ataca al cachorro. El cachorro se escapa, pero el puma es más fuerte y rápido. Cuando las cosas se ven más sombrías, y parece que el cachorro va a morir, el pequeño se endereza sobre sus patas traseras como había visto que hacía su papá. Justo en ese momento, el puma inexplicablemente, retrocede y se escabulle. ¿Qué pasó?

Un puma no se asusta por un simple osezno. La lente de la cámara se ensancha y ves lo que el cachorro no pudo ver; el papá oso, gigante, estaba 20 yardas detrás del osezno, levantado sobre sus patas traseras, listo para pulverizar al puma. ¿Te das cuenta que el papá oso había estado vigilando al cachorro todo el tiempo? Sí, le dio es espacio para partir y ser libre, pero al papá oso todavía le importaba y mantuvo sus ojos en el cachorro que amaba. Y cuando el puma atacó, papá oso vino corriendo.

Tú eres ese cachorro. Dios, es ese papá oso. Sí, Dios te dará espacio y libertad para dejarte, pero continúa amándote y nunca te quita los ojos de encima. Cuando estés desesperado, Dios te rescatará del puma que merodea y busca destruirte. Durante toda tu vida, todos los días, Dios nunca te quita la vista de encima.

Es hora de ir a casa, de volver a Dios.