La Armadura de DiosMuestra

Día 4

Efesios 6:10 – 6:20, Juan 10:27

Casi todos los niños pequeños adoran jugar "Indios y Vaqueros". Sin embargo, los niños que pretenden pelear en el Salvaje Oeste son muy diferentes de la guerra real con armas reales. Tomemos, por ejemplo, el extremo práctico de organizar asaltos sorpresa usando flechas ardientes. Esta estrategia táctica tomó al otro bando por sorpresa. Las flechas llameantes comenzarían un incendio en un vagón cubierto de lona, ​​interrumpiendo las líneas militares y haciendo que los ocupantes se concentren en el incendio en lugar del enemigo atacante. 

Las flechas llameantes no estaban destinadas principalmente a matar o destruir; estaban destinados a distraer. Tu enemigo quiere distraerte. Para que dejarte ciego. Y escúchame, él no está disparando indiscriminadamente estas flechas suyas. Él está hecho a medida en su estrategia. Ha estudiado tus tendencias y hábitos, tus miedos y debilidades más profundas, y ha apuntado a esas áreas en particular. Él sabe que no puede destruirte. Estás eternamente seguro en Jesús. Pero tiene la intención de desviar tu atención al establecer una gran cantidad de incendios internos en tu inseguridad, intimidación, ansiedad, preocupación u ocupación. 

Él quiere que te desenfoques mientras él se cuela por detrás. En Efesios 6, Pablo señala el cinturón, la coraza y los zapatos como un uniforme espiritual que los creyentes deben usar en todo momento. Minuto por minuto. Día a día. Pero con el escudo de la fe, ordena que se "retome". Míralo de esta manera: una enfermera puede usar uniforme todos los días para ir al trabajo porque es su uniforme. Pero cuando surja la necesidad, ella tomará un estetoscopio, una máquina para medir la presión sanguínea o cualquier cantidad de herramientas para usar con su paciente. 

Del mismo modo, siempre debemos usar nuestro uniforme diario, divinamente dado, pero también estar preparados para "tomar" lo demás cuando sea necesario. La primera de estas piezas de la armadura es el escudo de la fe. En el momento en que percibimos por primera vez una flecha llameante que se infiltra en nuestra vida de alguna manera, activamos la fe como un escudo de protección sobre nuestras vidas. No te pierdas la ironía aquí. El enemigo envía flechas impetuosas a tu vida específicamente cuando te piden que camines con fe. Esas flechas están destinadas deliberadamente a inhabilitarte para hacer lo único que tiene el poder de extinguirlas: ¡caminar con fe! La fe hace que las flechas de fuego se esfumen. ¿Qué te está pidiendo Dios que hagas? ¡Hazlo! En la fe.