Elizabeth

Sí esperaré con expectación.

Los profetas prometieron un "Príncipe de Paz" (Isaías 9:6), y sin embargo durante siglos el pueblo de Israel sólo conoció la guerra, el cautiverio y las dificultades.

Isaías predijo un gobernante venidero que "decidiría con equidad por los mansos de la tierra" (Isaías 11:4) y sin embargo, dondequiera que el pueblo de Dios miraba, veía la injusticia, la ocupación romana y los impuestos opresivos que aumentaban la pobreza.

Los profetas habían guardado silencio durante tantos años (cuatrocientos, de hecho), que mucha gente empezó a preguntarse si todas esas historias y dichos eran sólo eso... historias y dichos, mitos y leyendas para no ser tomados demasiado en serio. Algunos decidieron abandonar las viejas creencias en favor de organizarse en torno a visionarios políticos e insurrectos militantes que tomaban las cosas en sus propias manos. La mayoría de la gente simplemente no sabía qué hacer.

En este paisaje cultural de duda, paranoia y anhelo, se anunciaron dos embarazos milagrosos a dos candidatos poco probables. El primero a Elizabeth, que no sólo era estéril, sino que también había superado la edad de procrear, y el segundo a María, que era virgen. Casi inmediatamente después del segundo anuncio, las dos mujeres fueron reunidas en un encuentro arrebatador y dramático:

Lucas 1:39-45

En aquellos días María se levantó y se fue apresuradamente a las colinas, a un pueblo de Judá, y entró en la casa de Zacarías y saludó a Elizabeth. Y cuando Elizabeth escuchó el saludo de María, el bebé saltó en su vientre. Y fue llena del Espíritu Santo, y exclamó con un fuerte grito: "¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Y por qué se me concede esto de que la madre de mi Señor venga a mí? Porque he aquí que cuando el sonido de tu saludo llegó a mis oídos, el bebé en mi vientre saltó de alegría. Y bendita es la que creyó que habría un cumplimiento de lo que le fue dicho por el Señor."

Juan el Bautista (el bebé creciendo dentro de Elizabeth) saltó de alegría al oír la voz de la madre de su Señor, a la que nunca había visto o conocido. Después de todos estos años, los "mitos y leyendas" finalmente se estaban haciendo realidad, aunque sólo se podían sentir a través de las paredes del útero: tan cerca, y sin embargo tan lejos.

Tal vez, este diciembre te sientes un poco como el pueblo de Israel, en la expectativa. Tal vez has estado esperando algo tanto tiempo que empiezas a preguntarte si las promesas se cumplirán. En Adviento estamos invitados a saltar de alegría al sentir que algo hermoso y trascendental se acerca, aunque todavía no pueda ser visto. Estamos convocados a la disciplina contra-intuitiva de creer con gozo y confianza en lo que no puede ser vista, porque "con Dios todo es posible" (Mateo 19:26), tal como Elizabeth y María creían.

Que en este tiempo de Adviento, como María, seamos llamados benditos porque "creímos que habría un cumplimiento de lo que nos dijo el Señor."

Oración:

Soberano Señor,

Aumenta mi fe en este tiempo de Adviento y dame el coraje de creer que todas las cosas son posibles a través de ti. Haz que mi alma salte de gozo al sentir Tu cercanía y el sonido de Tu voz, y que celebre la verdad de Tus promesas. Lléname con tu Espíritu Santo, como Elizabeth, para que pueda dar gracias por todo lo que has hecho, y por todo lo que aún tienes que hacer.

Práctica:

Selecciona una biografía de un santo cristiano cuyo ejemplo admires (por ejemplo David Brainerd, Augustine, Corrie Ten Boom, Elisabeth Eliot), y léela en esta temporada de vacaciones, notando cuán a menudo la persona fue llamada a "esperar al Señor" y cómo perseveró.